Los comicios presidenciales en Francia del pasado domingo 10 concluyeron sin ganador absoluto, por lo que se necesitará la segunda vuelta del próximo 24. Sin ser una gran sorpresa, los rivales serán el actual mandatario Emmanuel Macron y la derechista Marine Le Pen, y una de las preguntas es ¿dónde quedó la izquierda?
Digamos antes que a pesar de la decepción que generó Macron a lo largo de su mandato, se colocó en el primer lugar con 27.85 por ciento de los votos depositados. El mandatario -casado con Brigitte quien le lleva 24 años de edad en una diferencia que alimentó al carisma del político- dejó atrás su imagen no convencional para entrar en conflicto con la sociedad.
Su intento de simplificar el sistema de pensiones que implicaba aumentar la edad de retiro, así como la tensión con los “chalecos amarillos” que sábado a sábado protestaron por el aumento de los combustibles, erosionaron su imagen y lo regresaron al estante de los políticos sin más.
La invasión de Rusia a Ucrania encontró a la Unión Europea (UE) sin un liderazgo fuerte, creando un vacío que ha querido llenar Macron, aunque muy lejos de lo que hubiera logrado Angela Merkel, quien dejó el poder en Alemania meses antes de esa invasión, pero sin que nadie pudiera, aún hoy, ocupar su liderazgo.
Madame Le Pen en esta segunda ronda consecutiva avanzó dos puntos respecto a hace cinco años y se colocó en 23 por ciento, con un programa “suavizado” respecto al que ha enarbolado por años: ya no pretende que Francia salga de la UE o de la zona de la moneda única, pero sí postula una autonomía que parece entender bien el malestar de los franceses ante la UE.
Los franceses no son los únicos que acusan a la UE de excesivo centralismo. Al parecer muchos no aceptan que por las características del eurogrupo, sí hay una restricción de la soberanía, como de hecho lo implica la globalización. Pero la enunciación “suavizada” de su postura ante la UE, la ha mantenido viva ya que entiende bien el sentir de muchos franceses. Quizá si Reino Unido hubiera tenido una Le Pen, seguiría en el grupo europeo.
Entre esos dos polos, diez candidatos más buscaron la presidencia francesa, siete de los cuales se consideraban de izquierda. En conjunto, tenían una intención de voto de 30 por ciento. Si hubiera habido unidad, otros serían los competidores de la segunda ronda.
Hubo una llamada “primaria popular” a fines del pasado enero, en la que se buscó escoger a un candidato de izquierda. La vencedora fue Christiane Taubira, exministra de Justicia, pero su victoria no fue respetada por el resto de aspirantes y al final ella misma no pudo lograr los apoyos necesarios para participar.
A la falta de unidad se suma el drástico deterioro del Partido Socialista, que perdió la presidencia precisamente ante Macron. Desde 2017 este partido con gran tradición en Francia, ha perdido su fuerza y varios de sus figuras destacadas se han ido hacia las filas del actual mandatario, y seguramente muchos militantes llanos.
La izquierda francesa no está exenta de la complicada relación de esta opción política con movimientos sociales, que levantan banderas de género, de protección al medio ambiente o a favor de la mujer, pero que no parecen ser representados por las organizaciones de izquierda, lo que se da en muchos lugares del mundo también.
En ese panorama Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa, fue el candidato de izquierda mejor posicionado con 22 por ciento de los votos, es decir, a un punto porcentual de Le Pen. Ahora se espera que sus votantes opten por Macron como ya lo hizo el expresidente Nicolas Sarkozy, considerado de derecha, y le den la reelección, lo que sin embargo no sacará a la izquierda de su crisis.
De salida: ¿Que tanto el gobernador de Texas, el republicano Gregg Abott, está usando a los migrantes y al tráfico de drogas en la frontera con México, para su campaña de reelección? Debe recordarse que en su objetivo reeleccionista cuenta con el respaldo del expresidente Donald Trump. Por lo pronto las demoras en la revisión de transportes de carga llegan a las 30 horas.
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