Por: Griselda Lira “La Tirana”
El abuelo de Mariana es un hombre recio pero sensible, un caballero en su trato, jinete por tradición familiar. Sus manos morenas, llenas de cicatrices ocasionadas por los piales y el trabajo del campo, cuentan historias sin hablar, como cuando se observa la cartografía de México. Venas abultadas que acarrean ríos de sangre apasionada reclamando su justicia ante la vida, una existencia que a veces no se entiende porque aprendemos a elegir y seleccionar a base de golpes y sufrimientos. Montañas y valles recorren sus brazos y su rostro. El abuelo está cansado y agotado, no encuentra respuesta en este triste desfiladero llamado vida, un amor, otro amor, una vida y el eterno retorno con su espiral.
Mariana, sentada en su sillita de madera, lo observa trabajar mientras ella canta. La pequeña memorizó una frase especial como si la sabiduría innata de su infancia le indicara lo que ella hará del amor. Cuando la niña crezca será fuerte.
– Si me quieren se querer, si me olvidan se olvidar.
Los ojos de Mariana son los espejos brillantes de su abuelo, un pozo profundo lleno de misterios, una cueva impenetrable colmada de tristeza. Sus manecitas colocan una bolsa de piel vacía sobre sus piernas, yo le pregunto por qué no tiene nada dentro de ella; me contesta muy segura,
– Así es mi bolsa: vacía.
Efectivamente, la vida así es. Una bolsa vacía de piel en espera de ser llenada por un nuevo amor, una nueva esperanza, un sueño, porque somos eso, una quimera en la mente de un gigante solitario. No hay transformación si no hay perdón, nuestra evolución depende de ello. Mariana es inteligente y conoce los designios de los antepasados. No es necesario hablar tanto, la simpleza de las palabras tiene una belleza especial como el canto de un ave que apacigua y eleva el alma hasta lo recóndito de la meditación; ahí, el dolor desaparece, ahí todos somos unos ignorantes.
Un caballo relincha en el corral, es hora de partir y me voy con el corazón henchido porque el cuadro del abuelo y la nieta me lo llevo solo para mí, es una obra de arte instantánea que me dio la respuesta a mi búsqueda personal. Ahora me retiro siendo otra, una nota más para mis etnografías y mis disonancias, una melodía costumbrista de las calles de Apan, Hidalgo.