Por: Leonel L. Hernández

 

Las palabras tienen el poder para crear realidades, de visibilizar las problemáticas, de denunciar, de exigir, de abrir puertas, pero también… de cerrarlas.

Como un ente vivo, nuestra lengua evoluciona; así como existen palabras y conceptos que con el tiempo y las generaciones se dejan de usar, también surgen otras que se crean —y que incluso se “oficializan” a través de la RAE— las cuales permiten dar un nombre y valor a las diversas situaciones de nuestro día a día, sobre todo, cuando se abordan temas de mucho interés como es en este caso la inclusión y la discapacidad.

Para hablar de inclusión es necesario mirar atrás algunos años, cuando la gente se refería a las personas con discapacidad como “inválidos”, “minusválidos”, “de capacidades diferentes”, “débiles mentales”, y otros tantos incorrectos adjetivos que hoy en día buscamos erradicar, y más bien, resignificar el término de discapacidad; me refiero a dignificar a la persona dado que en términos de la Declaración de Derechos Humanos y nuestra CPEUM todas, todos y todes somos iguales en dignidad y derechos. En este sentido, debemos entender a la discapacidad no como un atributo de la persona, sino como un conjunto de barreras estructurales —físicas y actitudinales— que le impidan disfrutar en condiciones de igualdad de sus derechos o libertades; y me explico, la discapacidad no es una persona en silla de ruedas, la discapacidad es la falta de una rampa para que una persona acceda a un recinto; no es una persona ciega, es la falta de señalética en braille; no es una persona sorda, es la falta en eventos y materiales gráficos de intérpretes de la Lengua de Señas Mexicana —que dicho sea de paso es considerada, junto con el español, como lengua nacional— en fin, la discapacidad son todas esas brechas que apartan, limitan y segregan a una persona, y esto a grandes rasgos mencionando aquellas discapacidades visibles, para hablar de las discapacidades no visibles ocupamos más extensión.

Como en muchos ámbitos de la vida pública, la sociedad civil organizada trabaja e impulsa el reconocimiento de los derechos humanos, en este caso de las personas con discapacidad, por su parte las instituciones realizan esfuerzos importantes para garantizarlos, pero cuando se unen en este binomio, se generan sinergias positivas que impactan más eficazmente a las personas. No es que esté de moda hablar de inclusión, porque es necesario socializar y concientizar este tema en un país donde viven 7.8 millones de personas con discapacidad (más del 6% de la población total del país), adicionalmente 13.6 millones que consideran viven con alguna limitación.

Desde la CDHEH, en estos primeros meses hemos logrado una fuerte vinculación con organizaciones civiles que atienden el tema, los frutos más recientes de estas sinergias son: la promoción del Símbolo de Accesibilidad Universal en espacios y oficinas públicas (en sustitución de la señalética tradicional de una persona en silla de ruedas sobre fondo azul); así como en un trabajo interinstitucional el acceso gratuito a la Feria Pachuca 2022 para una persona con discapacidad y una persona cuidadora.

Celebro que en más espacios se siga difundiendo el tema de la inclusión y accesibilidad, y que si es una moda perdure hasta que ya no sea necesario.

*Lic. Leonel L. Hernández
Titular de la Coordinación de Comunicación Social CDHEH