Por: Lic. Juan Canales Espinoza*

 

El artículo 24 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos contempla el derecho a la libertad religiosa, donde establece que toda persona tiene derecho a la libertad de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado, incluyendo el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley; sin embargo, que nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política. Además prohíbe que el Congreso dicte leyes que establezcan o impidan religión alguna.

Dicho derecho también se encuentra establecido en los artículos 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, así como 12 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José), mismos que reconocen el citado derecho a la libertad de religión.

Lo cual implica que nadie debe ser objeto de discriminación por motivos de religión, entendiendo ésta como toda distinción, exclusión, restricción o preferencia fundada en la religión y cuyo fin o efecto sea la abolición o el menoscabo del reconocimiento, el goce o el ejercicio de los derechos humanos.

Sin embargo, la libertad religiosa, a pesar de ser un derecho consagrado Constitucionalmente y en diversos tratados, en ocasiones se ve violentado por personas intolerantes a otra religión que no es la adoptada, situaciones así se llegan a ver en comunidades, donde personas o familias tienen que salir de éstas, ya que son expulsadas por el otro grupo creyente o bien les son suspendidos los servicios de agua o luz. Situación que viola derechos humanos y ataca la dignidad de las personas.
Otro tipo de situaciones que se han observado en nuestro País y Estado, es que no se permita sepultar a los muertos en un panteón, porque éste pertenecía a otra religión diferente a la de la mayoría de la comunidad. Por lo anterior, es importante que tanto las autoridades como la población civil hagamos conciencia y reflexionemos sobre la importancia de respetar los derechos de las demás personas. En ese sentido es importante aplicar la regla de oro que es: “trata a los demás como te gustaría te trataran a ti”.

De esta manera, uno de los pilares fundamentales de la libertad religiosa es la tolerancia, la cual exige que respetemos a la otra (persona) incluso si no estamos de acuerdo con sus creencias y los actos que derivan de éstas.

En las últimas décadas, México ha pasado a ser una nación pluricultural, por lo tanto, la tolerancia hacia la diversidad se ha convertido en uno de los más importantes valores en nuestro sistema democrático, en el cual se debe consolidar.

*Lic. Juan Canales Espinoza. Titular de la Visitaduría Adjunta Regional de Tizayuca