Por: Christian Falcón Olguín

“Las doce, compañeros, digamos el requiescat por el año que ha pasado a formar entre los muertos. ¡Brindemos por el año que comienza!”

¿Quién no ha escuchado y se ha estremecido con esta línea de “El Brindis del bohemio”? Tal vez, desde algún recoveco en la mesa de celebración por la cena de fin año; quizás desde el anecdotario de algún familiar que recuerda con melancolía el haberla sintonizado en radio o desde los altavoces de aquel viejo tornamesa familiar de discos de vinilo y, después con la calidad auditiva del compact disc aquel acompañamiento musical que enmarcaba la voz vibrante a todo volumen del “Declamador de América”, el mexiquense Manuel Bernal Mejía, también conocido como “Tío Polito”, quien con su oratoria hizo estremecer de emoción y nostalgia a través del tiempo a muchas generaciones en nuestro país y Latinoamérica.

En 1942, “El Brindis del Bohemio” fue la obra que encumbró al poeta, periodista y escritor potosino Guillermo Aguirre y Fierro (1887-1949) y que se incluyó en la edición hidrocálida de su libro recopilatorio: “Sonrisas y Lágrimas”, cuya composición poética llena de ritmo, extensión y profundidad, envuelven el ambiente de tertulia en la que, se deja entrever, desde el fuego de los brindis la pauta que otorga el lustre de la palabra chusca, melosa y delicada.

El poema describe de forma apasionada y alegre la manera en que seis bohemios departían el cenáculo de fin de año, entre risas estallaba el júbilo, mientras se mantenían en espera de las doce solemnes campanadas; permitiendo, entre vino y cigarrillos dispersar sus anhelos y, esperar el genio que ilustra la inspiración de la música y el verso.

Media noche en punto ha marcado el reloj, la imprecisión entre la conclusión y el inicio del caos y el orden, el llamado de las libaciones definirá la partitura de aquel réquiem por el año viejo, mientras, cada campanada rugiría la potencia del llanto de un neonato, el canto de celebración del año nuevo, tal como lo refirió el primer bohemio.

El segundo bohemio, arengó por la esperanza, aquella solitaria causa que, como en la caja de pandora quedará guardada como último acompañante de los principios y anhelos, como la estrella de la mañana, guía del navegante y peregrino.

El tercero en turno, sería Raúl, quien con elocuencia brindaría por Europa, asemejando en cada verso una sutil dedicatoria, como si tratara de dirigirse a la princesa griega de los grandes ojos, y, puntualizando el valor del ayer, reflejo de la amargura y de la alegría, contemplación plena desde el presente.

La cuarta ronda era para Juan, quien brindo por la inspiración divina, por la musa, por aquella quintaesencia que despierta la generación de versos, la que cautiva el granito y al metal en el corazón de la mujer, y en la cual, pretende encontrar el cobijo entre sus brazos y embelesos.

La libación del siguiente bohemio, evocaría a la Patria y, a la naturaleza armonizada perfectamente por la geometría de su flora, mientras se refería a los castos amores en un sutil baile, una mezcla de pasión y cortejo.

Finalmente, llegaba el turno de Arturo, “el bohemio puro de noble corazón y gran cabeza”, quien solo deseaba suspirar la acentuada elocuencia desde la tristeza, y reencontrarse con su añorada musa, con la mujer de su existencia, aquella fémina que le dio la vida, la que le procuro desde la cuna, quien le enseño a recibir el regalo del amor autentico entre sus brazos; brindó en su honor y a la nostalgia por su madre, llevándole al torbellino de la desesperación y el llanto, de la algarabía al dolor de la incondicional ternura.

Culmina el 2022, un año de avances científicos por las expediciones espaciales a Marte o vistazos por las ventanas de las infinitas lejanías del universo, así como, los retrocesos de la condición humana, consecuencia del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania; llevando al desabasto de energéticos, así como el alza inflacionaria del costo de alimentos. También, se atestiguó la apertura de los 140 caracteres sin censura de Elón Musk al comprar Twitter y al mismo tiempo, la cerrazón de las naciones por comprender y atender la migración internacional en el mundo.

La pandemia de COVID-19 continua, pues la empatía se escaseo ante el aumento de la irresponsabilidad colectiva; mientras tanto, la fiesta del balompié mundial legitimó el entronar a Messistas y argentinos en Qatar; sin embargo, el mundo también despedía innumerables iconos de la cultura pop del siglo XX, dejando en la memoria colectiva el recuerdo y los tronos vacíos de la realeza de “O´Rei Pelé” e Isabel II.

Pero más allá de los breves acontecimientos en este planeta viajero a través del universo, que reinicia su trayecto sideral que le traslada alrededor del sol, vale mucho el detenerse por un instante de reflexión, y, revisar por unos momentos lo desarrollado durante el año, el crecimiento y la decadencia, ambivalencia que se puede encontrar en los actos cotidianos, ahí donde se renuevan, se idealizan o, se desechan los propósitos, metas y sueños.

Por ello, estimado lector, quiero brindar como aquellos bohemios, y desearte un año colmado de salud y armonía familiar, que tu hogar este equilibrado entre la paz y prosperidad, lo cual, te permita ser libre para enfocarte en alcanzar tus metas personales y colectivas,

Levantemos la libación por el pronto reencuentro de todos aquellos que se ven solitarios y enfermos, con el sencillo acompañamiento de la desesperanza y la desorientación, incluso, sin el cobijo de una familia o amigos; concedamos caridad, empatía y espiritualidad que les ayudé en localizar su norte, a vislumbrar el astro o constelación que les guie para retomar el rumbo.

Finalmente, se presenta con vigor el año 2023, con un saco lleno de posibilidades, oportunidades para continuar cincelándonos para ser la mejor versión de uno mismo, desde lo individual, familiar, hasta lo social; carguemos los ideales con la fe que mueve montañas, guardemos cerca del corazón la esperanza de seguir adelante, y dejémonos envolver entre manos, por la esencia caritativa que nos permita descubrir, que el ver por los demás, al mismo tiempo vemos por uno mismo; solo así, sostendremos con firmeza desde lo alto, una libación de media noche.