Por Georgina Obregón

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El Centro Federal de Readaptación Social Número 1 «El Altiplano», ubicado en el Estado de México, es una prisión federal mexicana de alta seguridad que dese su apertura, en 1991, ha albergado a reclusos considerados peligrosos y desde ayer tiene entre sus distinguidos huéspedes a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán, y dedicado a la misma actividad delictiva que los reclusos que han estado internados allí, como su padre, el Z-40, Eduardo y Francisco Arellano Félix, así como el “Mochaorejas y el asesino serial apodado “Pancho López, que pudo haber dado muerte a 137 personas.

3 años
El 17 de octubre de 2019 el Ejército mexicano capturó a Ovidio Guzmán, pero ante la amenaza de acabar con familiares de militares que se encontraban en una unidad habitacional de Culiacán, el gobierno decidió liberar al hijo menor del Chapo Guzmán. Entre el 5 y 6 de enero de este 2023, se logró la aprehensión de dicho personaje y de inmediato se generaron hechos de violencia en Culiacán presuntamente como reacción armada del Cartel de Sinaloa.

Tal vez la pregunta debiera ser si existe una estrategia del gobierno federal para hacer frente a presuntas reacciones violentas del grupo criminal, pero en unos días llegará a México Joe Biden y el cuestionamiento sale sobrando.

Seguridad
Como se sabe, el mandatario estadunidense Joe Biden arribará a México el próximo 8 de enero y su aeronave aterrizará en el AIFA (Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles), por lo que queda claro que el protocolo de seguridad estará a cargo del Ejército Mexicano y de su similar de Estados Unidos, con todo tipo de medidas para impedir sorpresas que alteren el orden de la visita, sobre todo por la detención de Ovidio Guzmán. Se prevé que por la cercanía de la nueva central aérea con Hidalgo las restricciones puedan impuestas por la seguridad pudieran alcanzar la cotidianidad local.

Toma
La tradición de la Cabalgata de Reyes que se pensaba no se llevaría a cabo este año en Pachuca, debido a al cambio de administración gubernamental, fue retomada por comerciantes y la sociedad en un desfile que venció al frío de invierno y sacó a las calles a las familias que celebraron el recorrido de personajes salidos de las películas de dibujos animados.

La capital de Sinaloa
tomado por rehenes a las familias de los militares en una Unidad Habitacional del Ejército en Culiacán, y amenazaban con matar a mujeres y niños si no soltaban a Ovidio.

Esa declaración presidencial hace toda la diferencia entre el operativo de ayer, que terminó con la recaptura, extracción y traslado de Ovidio Guzmán a la Ciudad de México, a las instalaciones de la Fiscalía General de la República, y el penoso fracaso y repliegue de hace tres años. Para empezar, el de ayer fue un operativo planeado, estudiado y ejecutado de madrugada, al amanecer de este jueves, por parte las células de élite del Ejército, mientras que el de 2019 se hizo por la tarde y por decisión de un general de la Zona Militar que, sin una planeación detallada, mandó a los soldados de élite a detener al narco con el único objetivo de cumplir la petición del gobierno estadounidense, incluso sin dar aviso ni al general secretario, Luis Crescencio Sandoval, ni al presidente ni al entonces secretario de Seguridad Federal, Alfonso Durazo, que fueron sorprendidos por la acción militar y más por la respueste del narco sinaloense.

Aquel día de octubre de hace tres años, el presidente López Obrador nunca estuvo enterado; de hecho viajaba en un vuelo de Interjet con rumbo a la ciudad de Oaxaca cuando se producía la captura y aún al aterrizar ignoraba completamente que Culiacán estaba incendiado por la detención de Ovidio. Fue hasta entrada la tarde que el general Cresencio y el secretario Durazo le dieron un reporte pormenorizado al Presidente de lo que sucedía, y prácticamente hasta la media noche el secretario de Seguridad trataba de dar una conferencia totalmente incoherente y desarticulada sobre lo que había ocurrido en la capital de Sinaloa.