La propuesta de una moneda común para Argentina y Brasil tiene más opiniones negativas que positivas, sin embargo si vemos la idea en el marco de la integración latinoamericana, que necesariamente es un proyecto de largo plazo, puede ser viable.
Primero se necesita aclarar que no se trata de una moneda única, sino común, términos parecidos pero diferentes.

Se trataría de una moneda solo para Argentina y Brasil, que no eliminaría a sus actuales billetes y monedas, sino profundizaría su comercio y dentro de la región sudamericana y el Mercado Común del Sur (Mercosur). Así: solo dos países y para su comercio.

No es una idea nueva. La vez más reciente que fue manejada ocurrió apenas a mediados de diciembre pasado, cuando el diputado Eduardo Valdés, de la coalición argentina gobernante Frente de Todos, presentó un proyecto en el Congreso de su país, retomando un interés del presidente argentino, Alberto Fernández, y de la ahora vicepresidenta Cristina Fernández, que lo había expresado años atrás.

La propuesta actual, conocida en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (Celac), que se celebró a principios de esta última semana de enero, solo abarca a Argentina y Brasil, pero no a Paraguay, Uruguay o Venezuela –que se encuentra suspendida-, los otros miembros del Mercosur, como tampoco a Bolivia, Chile, Colombia Ecuador, Guyana, Perú y Surinam, con categoría de Asociados.

Pero si se logra, el potencial comercial de ambas naciones tendría un obvio efecto de arrastre para el resto de economías sudamericanas, ya que son las más grandes de esa área, y entonces sí, podría hablarse de que fueron pioneras en una muy futura moneda única sudamericana.
Hay que tener paciencia. Este no es un proceso que se pueda concretar en un solo régimen de gobierno, sino que va más allá de un mandatario. Vale la pena recordar la historia del euro, la moneda común de la Unión Europea (UE) que tardó casi cuatro décadas en ser creada.
El euro fue un paso que siguió a la política agrícola común de lo que fue la Comunidad Económica Europea, creada en 1957. Pero fue hasta 1979 que se puso en marcha el Sistema Monetario Europeo, que acercó las cotizaciones de las monedas participantes y en consecuencia, las políticas económicas de los países.

Luego, tras la elaboración del Informe Delors, se establecieron tres etapas para llegar a la Unión Económica y Monetaria y la zona del euro, las cuales se registraron de 1990 a 1999.
El uno de enero de 1999 comenzó a operar el euro, pero solo para fines de contabilidad y pagos electrónicos, etapa que duró tres años, y fue hasta el uno de enero de 2022 que los entonces 12 países de la UE comenzar a ver en sus comercios, negocios y calles las monedas y billetes del euro, su moneda única, desapareciendo todas las demás.

¿Qué pasará con la más que idea, menos que propuesta, de la moneda común para Argentina y Brasil? La UE al recordar los obstáculos del euro, señala diversas barreras políticas y económicas obstaculizaron el camino: un compromiso político a veces débil, divergencias en las prioridades económicas y turbulencias en los mercados internacionales. Todos estos escollos hubieron de superarse para garantizar el avance hacia la Unión Económica y Monetaria. (ver https://european-union.europa.eu/institutions-law-budget/euro/history-and-purpose_es ).

Es un retrato de lo que tendrá que superar primero la moneda común y luego una muy futura moneda para América del Sur. Sobre todo, el compromiso político, ahora convergente gracias a la similitud entre el argentino Fernández y el brasileño Inacio Lula da Silva, pero no hay que ser adivino para comprender que el desplazamiento del poder de alguna de esas opciones políticas, derrumbaría la propuesta.

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