Qué al menos dos presuntos globos civiles chinos de supuesta observación científica hayan sobrevolado las regiones norte y central del continente americano en las pasadas semanas, parece ser demasiado complejo como para atribuir el hecho a que fallas o corrientes atmosféricas los hayan sacado de curso y de control, y no abona a la credibilidad de China, punto muy delicado.

Los cielos de Estados Unidos, Canadá, Costa Rica y Colombia, al menos, fueron cruzados por los aparatos del país asiático y avistados en los últimos días de enero. En Estados Unidos se avisó de la presencia de uno de ellos, que llegó tras salir –o perderse el control, de acuerdo a la versión oficial de Beijing- por el oriente chino, cruzar Japón, ingresar por primera vez a suelo estadunidense en Alaska, seguir por el occidente de Canadá y mantenerse en rumbo sur- oriente.

La alerta publica sonó fuerte cuando sobrevoló el centro-norte estado de Montana, fronterizo con Canadá, donde se encuentran ubicados misiles nucleares estadunidenses, aunque es poco creíble que Estados Unidos o Canadá no lo hayan advertido antes ni agencias japonesas tampoco.

El anuncio público de la presencia del globo chino en los últimos días de enero despertó las protestas de los legisladores republicanos, quienes deseaban que fuera inmediata la orden del presidente Joe Biden para derribarlo.

Lo que se derribó primero fue la visita del secretario de Estado, el jefe de la diplomacia de la Casa Blanca, Antony Blinken a China, que sería el primero oficial en los pasados cinco años, el cual fue acordado el pasado noviembre por Biden y el mandatario chino Xi Jinping.
Luego siguió el derribe del globo, el anterior sábado cuatro de febrero, mediante un misil disparado desde un F-22 Raptor que llevó al artefacto desde los 17 mil 700 metros de altura al mar, una acción “claramente desproporcionada”, según queja china.

De acuerdo a los primeros informes de fuentes militares estadunidenses tras el rescate de los restos del globo, se sabe ya que llevaba sensores, equipo de sobrevigilancia y lo más importante, que era maniobrable.

En contraste poco se sabe del segundo globo, detectado en los cielos de Costa Rica y Colombia. China ya admitió que es suyo y que, de nueva cuenta, se salió de control. Además, usuarios de redes sociales subieron fotos y videos con imágenes que afirman son del aparato cuando sobrevuela el cielo de Venezuela.

Hay poco acuerdo sobre la utilidad de estos equipos para el espionaje. Algunos analistas señalan que son capaces de pasar desapercibidos y sus observaciones son precisas, pero otros señalan que por su tamaño -tres autobuses en el caso del estadunidense- es difícil que pasen sin ser notados, además de que dependen de las corrientes de viento, lo que podría dar la razón a las autoridades chinas.

Otro punto es que su capacidad de transmisión de datos necesita de estaciones terrestres de repetición, algo inexistente al menos en Estados Unidos para uso chino, detalle muy importante.

Por lo pronto son de destacarse varios puntos. El primero, que el diálogo chino-estadunidense sigue complicado, sin perspectivas inmediatas de fluir, pese a una agenda cargada, que era la que iban a desahogar Blinken y las autoridades chinas esta semana en Beijing. Son inexistentes, en consecuencia, las perspectivas inmediatas de entendimiento.
Luego, la parsimonia con que autoridades de Costa Rica y Colombia han tomado el hecho.

En particular el segundo país podría haber derribado al globo que surcó sus cielos, pero no lo hizo. Esto habla de la falta de intención de crear una crisis quizá excesiva, aunque posiblemente justificada, en particular a la luz de que durante el gobierno del expresidente estadunidense Donald Trump también hubo globos chinos sobrevolando cielo estadunidense, lo cual solo acaba de ser revelado, y sin que algo garantice que otros artefactos no hayan hecho lo mismo más al sur.

Como sea, China ya está aquí y tampoco debemos de perderlo de vista nosotros.
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