Por: Alfonso Padilla Vivanco

En el siglo XIX, los astrónomos John Couch Adams (1819-1892) y Urbain Le Verrier (1811-1877) se disputaban el crédito de quién había sido el primero en encontrar, usando como base la Ley de Hravitación Universal de Newton y cálculos matemáticos, la posición y, por tanto, la trayectoria del planeta Neptuno alrededor del Sol. Esta disputa fue muy larga, generó debates y controversias entre los seguidores de uno y otro. Al final, se demostró que los cálculos del francés Le Verrier eran los más exactos, por ello se atribuye a él, como el científico que predijo la posición del planeta azul verdoso.

Neptuno es el planeta gaseoso, más pequeño y distante del Sistema Solar, más allá de los gigantes Júpiter, Saturno y Urano. Hoy día se sabe que es casi cuatro veces más grande que la Tierra y tiene una estructura muy similar a la de su vecino, Urano. Neptuno tiene una atmósfera que consiste principalmente de hidrógeno. Debajo de ella, hay una profunda capa de agua y hielo, que encierra un núcleo de roca y presumiblemente hielo. Debido a su rápida rotación, su ecuador está abultado. La proporción relativamente pequeña de gas metano en la atmósfera superior, le da a Neptuno su característico color azul. Se cree que justamente, por la condiciones de presión y temperatura, el metano pueda llegar a formar cristales de diamante, y éstos se lleguen a precipitar sobre la superficie del planeta, convirtiéndose en una lluvia de gemas (diamantes, zafiros, rubíes y/o esmeraldas; y piedras similares).

Neptuno tiene trece lunas, probablemente existan algunas más pequeñas. Solo una de ellas, llamada Tritón, es grande y redonda. Este satélite natural, fue descubierto por William Lassel, en el año 1846. Cuatro lunas más se encuentran dentro del sistema de anillos. El número de anillos completos de Neptuno, son cinco, existe un sexto, pero está incompleto. Los tres anillos exteriores son acumulaciones densas de material. El nombre de los anillos de Neptuno son: Galle, Le Verrier, Lassell, Arago y Adams. Los anillos son delgados y están formados por diminutas partículas de composición desconocida. Éstos fueron vistos por la sonda espacial Voyager 2. Recientemente, el telescopio James Webb fotografío en la región del infrarrojo, al planeta gigante de hielo. Algunas fotografías muy espectaculares pueden ser vistas en:
https://ciencia.nasa.gov/webb-capta-la-vista-mas-clara-de-los-anillos-de-neptuno-en-decadas

Sin duda que, la antigua mecánica celeste establecida siglos atrás, por Kepler y Newton, había permitido a Adams y Le Verrier, durante el siglo XIX, el cálculo de la posición de Neptuno en el espacio exterior. Sin embargo, una revolución tanto del pensamiento como de la forma de calcular las trayectorias de objetos celestes, llegaría con la publicación, a finales del año 1915 e inicios de 1916, de la teoría de la relatividad general de Einstein. A partir de esta teoría, se debe hablar de espacio-tiempo, no solo de espacio, por lo que la fuerza de gravedad de un cuerpo, como La Tierra, es una manifestación de la curvatura del espacio-tiempo.

El complejo conjunto de fórmulas de la Teoría General de la Relatividad demuestra que el espacio-tiempo no es una estructura estática, con una geometría invariable. Más bien, cambia constantemente de forma, se dobla y/o se abulta, siempre en interacción con la materia que se mueve en él. Sin masas, el espacio-tiempo es plano y la luz se mueve en línea recta. Sin embargo, las estrellas con su gran masa deforman el espacio-tiempo, de modo que los rayos de luz, siguen trayectorias curvas una vez que ingresan al espacio-tiempo modificado por un objeto masivo. Por ejemplo, el sol desvía la luz de las estrellas que son vistas desde La Tierra. Por lo tanto, la posición de estas estrellas parece cambiada desde nuestra posición. La idea clave de la teoría de la Relatividad general, es ver al espacio y al tiempo, como una geometría de cuatro dimensiones, siendo la masa de un cuerpo la que provoca la curvatura del espacio-tiempo. Esta geometría es lo que determina el movimiento de los cuerpos, pero así mismo la masa de los cuerpos determina la geometría del espacio-tiempo.

Con estas nuevas ideas se volvió a calcular la trayectoria, y por tanto la posición de Neptuno, comprobando que esta nueva teoría era más precisa y exacta. Nacía entonces, una nueva mecánica celeste para explorar el espacio exterior y para beneficio de la humanidad.