“Preparen sus pasaportes, abróchense los cinturones, y respiren profundamente”

Es momento de adentrarse en uno de los álbumes más icónicos de la historia del rock, se trata de la obra maestra de la banda británica Pink Floyd, “The Dark Side of The Moon” (El lado oscuro de la luna), producción que celebra el 50 aniversario de su lanzamiento mundial, álbum que, desde 1 de marzo de 1973 continúa asombrando con su concepto musical y artístico, logrando en su momento implantar el record de 937 semanas de permanencia en las listas “Billboard 200”.

Pero, curiosamente, a diferencia de cualquier otra producción musical de aquella época, se tenía su origen creativo en el estudio para después hacerse público, este en particular, se desarrolló de manera inversa, generándose su composición en las presentaciones de las giras del grupo en 1972, desde los escenarios dieron rienda suelta a su genio, estructurando las liricas, arreglos musicales del álbum que inicialmente se tenía contemplado se llamaría: “Eclipse”.

La idea creativa principal fue del bajista Roger Waters, y conjuntamente con la banda alineada por el guitarrista, David Gilmour, el tecladista, Rick Wright, y el baterista, Nick Mason, compartieron la configuración de las expectativas y motivos del álbum; y fue ahí, donde las líneas liricas sirvieron de catarsis para referir la crisis mental que presentaba el fundador de la banda Syd Barrett y que, era derivada su condición por los excesos y adicciones personales.

En cada una de las 9 canciones que conforman el álbum, se estructuran diversas preguntas y visiones existenciales del ciclo de la vida y la muerte, la finitud de la plenitud por el paso del tiempo, la corrosiva ambición por el dinero, la vulnerabilidad humana expuesta por la atrocidad de la guerra, y por supuesto, la locura mental.

El álbum inicia con “Speak To Me” (Háblame), sesenta pulsaciones o latidos presiden el caos entre risas, timbres, alaridos, hélices desbordantes y un vacío secuencial de estática, introducen a las ondas venideras del sonido, de “Breathe” (Respira) acompañadas del arreglo de slide en tono de “Mi menor” de la guitarra de Gilmour, y el secuencial bajo de Waters mantienen la firmeza en la fuerza de voluntad por no dejar de respirar por ningún momento de la vida; comprendiendo que el deseo de volar, correr y subir la marea o la cresta de las grandes olas, encontraras el sentido hacia una plena mortalidad.

“On The Run” (En fuga), enrolada en bucles eléctricos matizados por los efectos en los teclados sintetizadores de Wright, sonidos envueltos en anuncios que invitan a preparar el equipaje y documentos de viaje para cruzar por migración y abordar el vuelo 215 con destino a Roma, El Cairo y Lagos; pasos apurados y sonidos trémulos de la zona de abordaje, trasladan a un breve letargo y titubeos, hasta que la lucidez se asoma con el timbre de la alarma que te despierta entre la realidad de lo efímero.

De pronto, te topas con el relativo paso de “Time” (Tiempo), sacudiéndote para que aproveches el valor de cada segundo, pues este puede pasar a tus ojos sin darte cuenta, omitiendo encontrar la salida y la meta de tus sueños; el silencio e inspiración se confunden con la fragilidad de sensación que el tiempo se ha terminado, donde ya no puedes caminar, solamente puedes quedarte arrodillado contemplando a lo lejos el avance de la vida.

Pero, la voz de la cantante Clare Torry, en “The Great Gig In The Sky”, te anuncia que estas muriendo dentro de la breve estancia existencial, pero la fatalidad no es por ahora, sino que, la comprensión del ciclo de la vida que se abre con la luz del nacimiento y termina en la oscuridad del ocaso, te invita a disfrutar el ahora, el mañana en su momento te susurrará al oído el inicio del concierto gran celestial.

Mientras tanto, tu conciencia es abordada por “Money” (Dinero) ¿será el dinero la raíz de los males y del poder? o, ¿de la capacidad de tener los mejores alimentos, ropa, autos y viajes?, entre diálogos, las letras de la banda invitan a saber y disfrutar el compartirlo, sin permitir que la ambición te lleve a tomar el dinero ajeno; el sonido de las escalas del bajo, de la caja registradora y la estridente voz de Waters te describen el principio y fin de los grandes males en la humanidad, acompañado del saxofón blusero de Dick Parry que, fluye emergiendo desde sus recovecos, entrelazándose con los arreglos distorsionados de la guitarra de Gilmour.

“Us and Them” (Nosotros y Ellos), es un recordatorio de lo voluble de la condición humana, la bipolaridad y ambivalencia de la guerra, demuestran que en ella no hay ganadores y perdedores, riquezas y miserias, todos pertenecen a la misma raza y dermis, con los mismos anhelos, a pesar de las divisorias doctrinas políticas, y a pesar de las diferencias se pueden encontrar coincidencias en el campo de batalla, dejemos suspirar la guerra en escasas mentes bélicas y gritemos paz las mayorías.

“Any Colour You Like” (Cualquier color que te guste) es una magistral exposición artística de Mason, Wright y Gilmour, se fusionan para perfilar el trayecto final de este viaje, el cual, ha sido arduo y azaroso, lento y turbulento por momentos, comienza la aproximación al instante de mirar por la ventanilla hacia el exterior y encontrarnos con la luna, ¿Alguna vez te has preguntado qué hay del otro lado de ella? Si, ¿Qué hay más allá de la cara iluminada que hemos contemplado por siempre?

Las interrogantes tocan la puerta a la conciencia recóndita entre claroscuros, directamente hacia la parte interna de tu mente, el arpegio en “Re Mayor” anuncia que está llegando “Brain Damage” (Mente Dañada), para quienes miran la luna, ha llegado su momento, el cruce por el jardín hasta tocar la puerta y cruzar los pasillos, y aunque se desconoce el avance de los días por parte de los periódicos, las noticias ya son irrelevantes, por más que el repartidor entregue distintas diariamente.

La oscuridad de los pensamientos te lleva a la colina de los lunáticos desolados, lugar ocupado por los tontos de la colina, pero, ya no importa ir hasta allá, mejor hay que dejar que los pensamientos confusos fluyan por la mente, sin importar quien habla o toca nuevas canciones en la banda, más vale tirar la llave e intentar cruzar el umbral que transporta al lado oscuro de la luna, la luz ha desaparecido absorbiendose en la oscuridad de lo desconocido de la mente.

Finalmente, con el cruce astronómico del sol y la luna llega el “Eclipse”, la ausencia de luz se disipa ante los dos astros, complementando la voz de los hemisferios de la conciencia, todo te ha sido prestado, tus sentimientos y posesiones; tus luchas y pasiones, tu tiempo y la sensatez de tu reflejo, tal vez, simplemente, son destellos dentro de la insondable oscuridad, pero al mismo tiempo, la conciencia transmuta la luz de la realidad y lo etéreo, y, de esta manera te será revelada hasta los últimos latidos de la existencia antes de encontrarte sin retorno al verte, en el lado oscuro de la luna.