Entre la fe, respeto y devoción de miles de personas; este Viernes Santo se llevó a cabo la representación del juicio, sentencia, calvario, muerte y crucifixión de Jesús de Nazaret en el Barrio El Arbolito, ubicado en Pachuca; una tradición que se realiza desde 1969 de manera ininterrumpida.

El calvario del nazareno, interpretado por primera vez por Adrián Pérez, de 23 años, comenzó en la intersección de la calle Guerrero y Galeana, donde fue presentado ante la multitud por los soldados romanos, que lo llevaron ante Herodes y Poncio Pilatos para su juicio.

Previamente, «Los Amigos de Jesús», encargados de la escenificación, destacaron el esfuerzo del joven de 23 años, quien continuó con la responsabilidad de llevar el manto de Jesús, a pesar de los problemas familiares que enfrenta y los obstáculos que surgieron durante su preparación.

«Cruxifíquenle» se escuchó al unísono luego de que Pilatos condenó a Jesús a morir en la cruz y se lavó las manos como símbolo de su inocencia; en seguida, los oficiales colocaron una corona de espinas al hombre y lo obligaron a cargar la cruz de 95 kilos.

Así comenzó el recorrido del llamado Rey de los Judíos, bajo los rayos del sol y entre las calles y callejones del primer Barrio Mágico de Hidalgo, donde, cientos de infantes fueron llevados por sus padres y madres para aprender sobre la hazaña de Jesucristo.

La primera caída del Cristo se registró frente a La Virgen, a unos metros de la cancha del Popolo, donde Adrián se levantó y mantuvo su marcha sobre la calle Reforma hasta El Porvenir; frente a la iglesia fue recibido por su madre María.

La segunda caída sucedió en la esquina de Peñuñuri y la prolongación Porvenir, donde nuevamente El Mesías se puso de pie y siguió hasta la tercera caída; finalmente, bañado en sudor y sangre artificial arribó a la mina de Cuixi, donde los centuriones se tomaron unos minutos para asegurar las tres cruces donde clavaron a Jesús y dos ladrones.

«Perdónalos porque no saben lo que hacen», expresó el nazareno con su último aliento, rodeado por vecinos y vecinas que lo acompañaron en su trayecto, quienes rezaron para agradecer y renovar su fe por el Cristo.