Por Alfonso Padilla Vivanco
En el otoño del año 79 d. C., las antiguas ciudades romanas de Pompeya y Herculano, fueron desaparecidas por más de un milenio a causa de una erupción volcánica. La violenta e inesperada erupción del monte Vesubio (en lat.: Vesuvius), provocó que estas urbes quedaron enterradas bajo los más de 25 metros de ceniza que cayeron sobre ellas. Se dice que el emperador Tito, intentó ayudar a la población, pero la lluvia de ceniza era muy intensa y las legiones romanas que se aproximaron desde el mar tirreno no lograron su objetivo. La descripción de esta erupción fue escrita por Plinio el Joven, quien fue un sobreviviente de la erupción. Otros autores más como Bulwer-Lytton quien escribió en 1837, incluso una novela: Los últimos días de Pompeya, han intentado describir los acontecimientos de esta hecatombe. Era una época en la que no se contaba con los conocimientos científicos ni la tecnología para el monitoreo volcánico. En aquellos años, no se conocía nada de los estilos eruptivos de un volcán y su relación con las propiedades físico-químicas de su magma.
En México existe el cinturón volcánico transmexicano (CTVM), el cual prácticamente cruza el país de oeste a este. Comienza en los estados de Jalisco, Nayarit, Colima y Michoacán, en la costa del pacifico y llega hasta Veracruz, pasando por Estado de México, Tlaxcala y Puebla. En este cinturón se encuentran varios volcanes activos, cuyos nombres en náhuatl son: Popocatépetl, Iztaccíhuatl, Malitzin, Xinantécatl, y algunos en tarasco como: Quinceo, Paricutín, Zapicho, Tancítaro y Zirate. También está el cofre de Perote y el más alto de México; el Citlaltépetl o pico de Orizaba. Algunos otros volcanes con actividad volcánica son: Colima, Jorullo, Bárcena, Chichón en Chiapas, Ceboruco, Everman y San Martín.
Existen hoy día modelos geofísicos basados en matemáticas y sistemas de medición, los cuales se complementan con experimentos y toma de muestras en los sitios dónde existen volcanes y los alrededores de estos. La idea es estudiar la composición química de las diferentes capas que componen el interior de la Tierra. Estos estudios ha determinado que en el interior de nuestro planeta existe un núcleo formado de hierro y níquel, el que alcanza una temperatura aproximadamente de 4mil 000 grados centígrados. Se sabe también que existen diferentes capas después del núcleo, englobadas en el manto terrestre, el cual se divide en la menos tres partes, que en dirección radial hacia la superficie son conocidas como: mesósfera, astenósfera y litósfera. La litósfera es la capa superior la cual puede ser de dos tipos: corteza continental que va desde cero a cien kilómetros y la corteza oceánica, en el rango de cero a diez kilómetros. Los geólogos han estudiado la corteza terrestre y han encontrado que la abundancia promedio de elementos químicos en las rocas es: oxígeno 46.6 %, silicio 27.72 %, aluminio 8.13%, hierro 5.0%, calcio 3.63 %, sodio 2.83%, potasio 2.59%, magnesio 2.09%, titanio 0.44%, hidrógeno 0.14% y fósforo 0.12%.
Los volcanes surgen principalmente en las placas litosféricas y en el interior de éstas. Para poder clasificar las erupciones volcánicas se tiene que estudiar y definir el magma. La cual es básicamente una mezcla de roca fundida con gases. El magma proviene parcialmente de elementos químicos del manto terrestre. Los tipos de magma conocidos son diversos, aunque esencialmente todos contienen oxido de sílice, potasio, sodio y aluminio, en porcentajes mayores o menores. De acuerdo con esto, el magma se puede clasificar en el tipo: basalto, andesita, dacita o riolita. Por lo que de acuerdo con la composición química del magma expulsado, así como su viscosidad, durante la actividad volcánica, es que pueden generarse diferentes productos. Existe dos tipos de lava, conocidos con los nombres: Pahoehoe y Aa. Ejemplos de estos casos se han registrado en las islas Hawaii. Otros productos surgidos de la actividad volcánica en forma de gases son: vapor de agua, dióxido de azufre, monóxido de carbono y sulfuro de hidrógeno.
En general, se han encontrado dos diferentes formas de erupción, la efusiva y la explosiva. De acuerdo con la altura de la columna eruptiva del material que lanza, en el segundo caso, éste se ha clasificado en: hawaiina a menos de 2 kilómetros, estromboliana a menos de 10 kilómetros, sub-pliniana a menos de 20 kilómetros y ultrapliniana a menos de 50 kilómetros. Cuando el magma se combina con agua dentro del edificio volcánico, se produce una combinación sumamente explosiva que genera fragmentaciones muy severas, este tipo de combinación es conocida como: actividad hidromagmática. Este tipo de erupción suele llamarse freatopliniana. Sin duda que la actividad volcánica representa un peligro para la población, sobretodo la no informada. Entre los principales peligros está el derrame de lava, la caída de ceniza, la eyección de flujos y oleadas piroclásticas; así como los derrumbes, flujos de lodo, lahar y rocas en el volcán.
En el momento de una erupción, al menos las de tipo explosivo, la presión dentro del edificio volcánico provoca que el magma se rompa en pedazos lanzando a éstos en la forma de ceniza, rocas, gases y fragmentos de pómez. Durante la erupción de monte Vesubio, se cree que además de ello, hubo flujos piroclásticos que cayeron sobre la ciudad de Pompeya como una lluvia de fragmentos sólidos. Estos flujos viajaron a velocidades elevadas y se desplazaron varios kilómetros. Este material está compuesto de pómez, gases volcánicos (mencionados en el párrafo 4) y fragmentos de rocas. La actividad volcánica es un peligro latente, por lo que debemos estar informados y en alerta permanente, siguiendo las medidas de protección civil ante erupciones.
Universidad Politécnica de Tulancingo.alfonso.padilla@upt.edu.mx



















