Por Dra. Alma Lydia Reyes Salazar*
Hablar del envejecimiento es un tema que tiene mucha importancia actualmente, debido a que el número de personas adultas mayores (de 60 a más años) es cada vez mayor, esto es por el incremento de la esperanza de vida y el que la pirámide poblacional se ha revertido; de acuerdo con Naciones Unidad (UN) su incremento a partir de los años 80s ha sido exponencial, mientras que los individuos que tienen entre 0 y 19 años empezaron a disminuir a partir del año 2000, lo que provocará¨, según las proyecciones, que a partir de 2048 el número de adultos mayores sea mayor que el de nacimientos y jóvenes, incrementando además el índice de sobreenvejecimiento, lo que llevará a que la economía de los países tengan un cambio en su patrón de consumo, el cual ya estamos viviendo.
Con estos cambios de patrones de consumo es necesario identificar al tipo de ciudadano que se tendrá, por ello es relevante hablar sobre el envejecimiento y cómo nos gustaría llegar a este momento; según la OMS (2022) desde un punto de vista biológico se define como la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo largo el tiempo, lo que lleva a un descenso gradual de las capacidades físicas y mentales además de un mayor riesgo de padecer alguna enfermedad y a la muerte.
Por lo anterior, lo que la OMS recomienda es promover un envejecimiento activo, es decir, lograr un proceso de optimización de las oportunidades de bienestar físico, social y mental que nos lleva a obtener una esperanza de vida saludable, ser productivos tomando en cuenta la calidad de vida. De tal manera que se tienen tres tipos de envejecimiento: exitoso, usual y frágil. En el primero, los cambios se producen de acuerdo con la edad; el segundo además de estos cambios se padece alguna enfermedad crónico-degenerativa; el último presenta una disminución funcional de los órganos y se tienen además afecciones sociales y cognitivas.
Entonces los factores clave para lograr un envejecimiento activo son: autonomía, percibida como la habilidad de controlar, adaptarse y poder tomar decisiones personales sobre la vida cotidiana; independencia capacidad de vivir en forma independiente con otras personas y calidad de vida que representa la percepción individual de su posición en la vida tomando en cuenta el contexto y sistema cultural (Patretto, Gaviano, Matos López, Zuddas ,2016).
Sin embargo, para envejecer de manera activa y tomar en cuenta el cambio en los patrones de consumo a través del tiempo, las personas deben gastar en bienes y servicios que antes no se había planteado, como el acudir al médico o profesionales de la salud para chequeos preventivos, tomar clases que involucren acondicionamiento físico, inscribirse a un club para mantener contacto con personas que ayudarán a tener una mejor calidad de vida o al menos podrán influir de manera directa en ella.
Pero, si no se toman en cuenta estos factores para envejecer de la mejor manera, nos estaríamos enfrentando a un envejecimiento no activo, lo que implica haber desarrollado diversas patologías, las más comunes son hipertensión y diabetes, además de tener problemas de colesterol, para 2018 los lugares de mayor concentración de personas adultas mayores se encontraban en zonas donde la población es de más de 100,000 habitantes y donde el número es menor de 2,500 habitantes, representando el 46.4% y 25.8% respectivamente; además, el 54% son mujeres; en cuanto a cómo perciben su salud, el 50.52% dice que es regular, y al mismo tiempo, el 49.28% considera que con respecto a los demás es buena (ENASEM,2018).
Para el mismo año, los costos que enfrentaron los adultos mayores con un promedio de edad de 71 años fueron en procedimientos quirúrgicos, pago de consultas y pago de medicamentos, estos ascendieron en promedio a $490,929.61, $25,533.81 y $27,216.59 respectivamente; además, tanto hombres como mujeres consideran que su salud es regular con un 54.5% y 57.4% respectivamente, y sólo el 12.7% de mujeres percibe que su salud es mala.
De las personas que se realizaron un análisis de colesterol fueron 53.06% de hombres y 52.87% de mujeres, situación que es favorecedora para un esquema de prevención, sin embargo, aún existen personas que no realizan este análisis, para las zonas con más de 100,000 habitantes es el 32.73% de hombres y 36% de mujeres, mientras que para las zonas con menos de 2500 habitantes le corresponden 38.89% y 32.64% respectivamente (ENASEM,2018). Lo anterior es preocupante, ya que estos porcentajes después se pueden incrementar y hacer que se presenten otro tipo de patologías que representarán un costo mayor para el Estado y los mexicanos que pagamos impuestos.
Además, el número de personas que fueron diagnosticadas con hipertensión y diabetes y que además toman medicamento asciende a 6,954,254 y 3, 744,734 respectivamente, lo que implica que además de lo que gastaron para vivir al mes, debieron comprar la medicina que les recetó el médico; suponiendo que no tengan seguridad social, se volverá gasto de bolsillo, y de tenerla entonces le costaría al Estado. Los costos dependerán del tipo de hipertensión que presentes, por ejemplo, si suponemos que el número de pacientes no se ha incrementado, los costos actuales serían: si es inicial entonces el medicamento que se requiera al mes costará en promedio $324.00 pesos, que al multiplicarlo por el número de personas enfermas se obtiene el gasto medio por mes de $2, 253,178,296 pesos, si es más avanzada la situación que viven, entonces los costos del medicamento al mes serán de 1896 pesos incurriendo en un gasto de $13, 185, 265,584 pesos.
Si su padecimiento es diabetes y sólo necesitan metformina el costo al mes será de 752, 691,534 pesos, pero si necesitan insulina entonces en promedio mensual de gasto 1,440,786,406 pesos. Mientras que, para tratar a pacientes con problemas de colesterol, el precio del medicamento actualmente oscila entre 163.5 pesos y 1156 pesos. Lo anterior se analiza suponiendo que los pacientes sólo presentaron una patología, pero si tuvieran problemas de colesterol, hipertensión y diabetes los costos al mes serían de 688 pesos (tomando en cuenta los precios más bajos en promedio y que se encuentran en la situación inicial de la enfermedad) mínimo.
Con lo anterior nos damos cuenta de que envejecer y además estar enfermo resulta muy costoso, aquí sólo establecí los costos de enfermedades más comunes sin tomar en cuenta pago a médicos, análisis de laboratorio, entre otros. Además, de que las personas mayores no tienen enfermedades combinadas, ya que esta situación puede mostrar una mayor cantidad de gasto. Entonces imaginemos que al mes debemos incluir estos gastos a nuestros costos fijos, sin esperar complicaciones ya que las personas se encuentran controladas; pero si no toman el medicamento, los costos en el largo plazo se incrementarían, resultando más caro para la persona (si no tienen seguridad social) o para el Estado. Entonces, ¿cuánto deberíamos tener de ingreso mensual para poder estar vigilados?
Por lo tanto, debemos reflexionar sobre cómo nos gustaría llegar a vivir esta etapa de la vida, podemos elegir seguir una cultura de prevención, no sólo para bajar los costos que implica el envejecimiento, sino para tener una mejor calidad de vida; o no hacer caso y empezar a acumular dinero para que alcance a cubrir las consecuencias de padecer un sin número de patologías.
Profesora Investigadora
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