Por Binisa Santiago, et al*
Los plaguicidas son químicos ampliamente utilizados para la eliminación de las plagas comunes en el área agrícola, estos producen toxinas que forman cristales dentro del sistema digestivo de la larva cuando ésta lo ingiere, produciendo efectos en el sistema nervioso central que generan, por lo general, perforaciones en la pared del intestino de la larva provocando la muerte.
Actualmente existe una gran cantidad de larvicidas utilizados para controlar, mitigar y resolver problemáticas alimentarias. Dentro de esta clasificación se encuentran Organofosforados, Organofosforotioatos, Dialquilfosfato y Dialquiltiofosfato.
El uso de los larvicidas ha generado preocupación entre la comunidad científica debido a su aplicación excesiva; sin embargo, unas de las mayores preocupaciones tienen que ver con respecto a la poca información ecotoxicológica que se conoce sobre ellos. Temefos, conocido comúnmente como abate, es un plaguicida que cuyo uso desafortunadamente ha incrementado de una manera significativa, debido a que plagas comunes han desarrollado resistencia a este producto, así como la frecuencia con respecto a su uso, la demanda y las altas concentraciones utilizadas en los sistemas ambientales.
Debido a la demanda de este larvicida se ha reportado el uso de concentraciones de hasta 100 mg/L; es decir, cien veces más de la dosis indicada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto ha generado enfermedades que afectan el sistema nervioso, inmunológico, endócrino y reproductivo, tanto en la población humana como en la fauna silvestre a consecuencia de la aplicación directa del temefos al agua. Por ello se ha prohibido el uso del temefos en Estados Unidos, Unión Europea y Reino Unido, caso contrario México, que aún lo contempla como larvicida de primera elección para combatir las plagas del dengue (Chaparro, 2021).
Debido al uso desmedido de plaguicidas, el temefos ha sido detectado en ambientes acuáticos en donde habitan organismos como algas, peces y zooplancton, quienes han sido afectados adversamente en aspectos de morfología, sobrevivencia, crecimiento y reproducción. Debido a las consecuencias negativas del uso de plaguicidas químicos, como el temefos, actualmente se busca implementar nuevos productos con una mayor eficiencia en la ejecución de las larvas, disminuyendo los efectos hacia el ambiente.
Por ejemplo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha realizado estudios utilizando nanoestructuras de Óxido de Zinc (ZnO) con diversas morfologías de nanoalambres que son capaces de degradar por completo este pesticida. Sin embargo, existen otros métodos que se han empleado, por ejemplo, en Yucatán se están llevando a cabo otro tipo de alternativas como el uso de mosquiteros y pabellones, además de implementar factores biológicos como el uso de repelentes a base de citronela, la siembra de especies de peces en cuerpos de agua, plantas repelentes e incluso el uso de organismos del zooplancton, como los copépodos.
Actualmente en la Universidad Tecnológica de la Zona Metropolitana del Valle de México (UTVAM) se realizan investigaciones con enfoque ecotoxicológico para realizar predicciones a futuro sobre los impactos que puede llegar a tener el temefos sobre especies de bioensayo y bioindicadores del zooplancton. Esto impulsará el conocimiento sobre los impactos de contaminantes no convencionales, como el plaguicida temefos sobre los sistemas acuáticos.
* Binisa Santiago Loera y Esmeralda Cervantes Alba, alumnas de T.S.U. Química área Tecnología Ambiental
* Brenda Karen González Pérez, profesora investigadora de UTVAM Pérez