¡Si el placer se bloquea, nos puede hacer daño!
No cabe duda que, el placer produce emociones y sensaciones, por una simple y sencilla razón, son capacidades y habilidades exclusivamente humanas. Hasta donde se tiene información y las investigaciones lo han demostrado no hay en la faz de la Tierra otro ser capaz de tener y experimentar tal variedad y la mayoría de ellas producen placer.
Cuando le preguntaron a la antropóloga norteamericana Margaret Mead, ¿cuál sería, desde su punto de vista, el primer rasgo de civilización de la humanidad? Sin vacilar contestó:
“Fue un fémur que alguien se fracturó y que alguien cuidó y sanó”.
Así es, la primera cualidad de la civilización fue un acto de empatía, una demostración de amor, piensen en el placer que éste provocó, las emociones son las que nos diferencian de los animales.
En una entrevista, Esmeralda Vaquero, de la revista “etich”, le pregunta a la escritora de autoayuda más leída en España y Latinoamérica, Rut Nieves, ¿cómo se puede contrarrestar la represión emocional que el sistema patriarcal impone a los hombres y la represión sexual que, el mismo, exige a las mujeres?
(Si lo piensan bien, estos mandatos de género para hombres y mujeres que se establecen a través de la cultura y la sociedad nos están quitando humanidad y alejándonos de la civilización).
Responde Nieves: “El patriarcado menosprecia las emociones, sobre todo aquellas que considera eminentemente femeninas y se las cercena a los hombres. A las mujeres nos ha impuesto que es vergonzoso y sucio sentir placer, que es pecado o que la sexualidad sólo es para procrear y eso nos ha ido bloqueando”.
Pero, asegura “El placer también es bueno y, si lo bloqueamos, con el tiempo puede acarrearnos problemas de salud”, yo añado que esos problemas no sólo son físicos, también mentales.
Por supuesto considero que lo mejor es que hombres y mujeres experimentemos las emociones y los sentimientos de manera integral e íntegra, sabiendo perfectamente bien y diferenciando aquellas de alta vibración con las de baja vibración. Que ellos se permitan todas más allá de la ira y el enojo y que nosotras no reprimamos las que están ligadas al deseo y al placer sexual.
Por eso me encanta el movimiento que ha surgido en Colombia, el llamado “feminismo del goce” o revolución del goce para hacerle frente a la violencia y que se resume en una frase de las comunidades afrocolombianas: ¡Vamos a vivir sabroso! A la primera a quien se la escuché fue a la vicepresidenta Francia Márquez.
Vivir sabroso es un concepto muy amplio, sobre todo como un contrapeso a las políticas neoliberales, el racismo, la violencia, la discriminación, la pauperización, la desidia, el odio, la depredación del planeta y todo aquello que nos está haciendo tanto daño.
En su diálogo con la página “Americanas” del diario “El País”, Luciana Peker, periodista argentina que impulsa un feminismo del goce asegura que defender el derecho al goce de las mujeres es una herramienta poderosa para acabar con el machismo.
“Peker trae al debate feminista un concepto que ni siquiera la RAE ha considerado y por el que la ultraderecha la ha criticado: La palabra deseantes. Sí, las mujeres como sujetas activas de su placer… lo que jode es el deseo. Las mujeres deseantes dan miedo”, reiteró.
Las mujeres, dice Luciana, ya no nos vamos a conformar con gotitas, queremos rearmar un juego nuevo, que los hombres ya no tengan la hegemonía del placer y del poder, que éstos sean para todas y todos.
Así que queridas lectoras y lectores ¡A vivir sabroso, se ha dicho! Sólo hay que hacer lo opuesto de lo que el patriarcado nos obliga.
botellalmar2017@gmail.com