Por: Teresa Mollá Castells
Pasar por la vida implica ir ganando experiencias sean buenas o menos buenas, pero experiencias al fin. Hoy quiero compartir una que siempre me resulta grata y que me da fuerzas para continuar con el activismo feminista.
El camino del feminismo no es nada fácil, porque este activismo, como todos, tiene que molestar al poder y al sistema de ideas o creencias establecido. Y, por lo tanto y por partida doble, el feminismo tiene que molestar tanto al patriarcado opresor como al capitalismo.
Esta alianza utiliza los cuerpos de las mujeres y los explota doblemente: por un lado, sexualmente a través del sistema prostitucional y, por otra parte, reproductivamente por la utilización de los vientres de alquiler, dos prácticas brutales de las cuales se sirve esta alianza que resulta terrible e incluso puede ser mortal por algunas mujeres.
Pero esta militancia de años también conlleva resultados positivos como el hecho de ver como algunas personas, mujeres y hombres poco a poco van cambiando de opinión cuando van leyendo o van reflexionando sobre temas diversos.
Igual que es sabido que soy comunicadora de opinión, también es sabido que soy formadora en temas de feminismo, igualdad, micro machismos, etc. Pues bien, hace solo unos días que he finalizado un curso para personal docente organizado por el CEFIRE de Xàtiva. Un curso en línea sobre micro machismos, mitos y cómo actúan estos para justificar las violencias machistas de toda clase; también se da un repaso, que nunca sobra, sobre las diferentes violencias que sufrimos las mujeres y niñas por haber nacido con sexo femenino. En el curso participaban mujeres y cada vez van interesándose más hombres también, y en esta ocasión, había más que nunca.
Durante las sesiones propongo diferentes reflexiones y actividades que buscan que el alumnado traspase las líneas meramente académicas y se adentre en sus propias experiencias y vivencias; que las personas miren el papel social que desarrollan como consecuencia de la socialización diferenciada que recibimos incluso antes de nacer. Y al final del curso busco que comenten cómo han visto la experiencia para mejorar y valorar sus expectativas.
Pues bien, en esta última edición la experiencia ha sido muy enriquecedora porque han sido ellas y ellos los que han expresado cómo las reflexiones que se han planteado y que han podido compartir en los diferentes foros les ha permitido recorrer un camino que no esperaban al inicio. Y ha sido así porque los ha llevado a transitar por su vida personal y sus recuerdos, algo que les ha ayudado a descubrir como todas y todos somos cómplices inconscientes de este doble sistema opresor con mujeres y niñas.
Cuando al final sale del alumnado hacer esta clase de comentarios que los alienta para llevar a las aulas lo que han aprendido y convertirlo en palanca para remover conciencias entre el alumnado más joven, la experiencia se convierte en muy enriquecedora y te permite comprobar cómo la militancia feminista vale la pena. Y para continuar creando conciencia colectiva del grave problema que significan las violencias machistas, unos datos finales de última hora y todos ellos oficiales:
En el Estado Español, 3 mil 493 mujeres viven con una pulsera telemática que geolocaliza a su maltratador -quien porta otra- para que, si sus agresores se saltan la orden de alejamiento, ellas reciben un aviso y puedan ponerse a salvo. Son un 29 por ciento más que hace un año.
El número de mujeres asesinadas por violencia de género asciende a mil 200 desde el año 2003.
49 menores han sido asesinados por sus padres o las parejas de sus madres desde el año 2013.
El número de menores huérfanos por violencia de género asciende a 394 desde el año 2013.
Todos estos datos dan una idea de la necesidad de hacer formación y sensibilización feminista en todo momento. Porque, sencillamente, nos jugamos la vida. Necesitamos el feminismo para vivir. Es una cuestión vital para las mujeres y las niñas.
Ontinyent, 16 de mayo del 2023
Teresa Mollá Castells