Javier Milei, presidente de Argentina, luego de su toma de posesión comenzó de inmediato con el llamado Plan Motosierra, las medidas de ajuste para reencarrilar la economía del país sudamericano, con los costos sociales perfilándose de manera inmediata y la esperanza de que 2024 –ojo, el siguiente, no este 2023- termine al menos con una luz de esperanza.
El anterior presidente, Alberto Fernández, inició su gestión presidencial en diciembre de 2019 también en medio de crisis económica y deuda externa que ascendía a 66 mil millones de dólares, más el inicio de la pandemia de Covid-19.
Pero en 1915 Mauricio Macri, en el otro lado de la moneda política e ideológica en relación a Fernández, había llegado a la Casa Rosada, la sede presidencial, sin capacidad de crédito e inflación del 27 por ciento, por citar solo un par de datos.
¿Se puede llamar fracasados a los dos antecesores de Milei? Y si la respuesta es afirmativa ¿por qué?
La respuesta es difícil de dar entre otros elementos, por la alta inflación que lo nubla todo. Como ejemplo baste señalar que en septiembre pasado, el gasto gubernamental creció 130 por ciento, pero haciendo los ajustes por inflación en realidad se redujo 3.5 por ciento. Pero el balance es malo de todas formas, ya que los ingresos crecieron 95.4 por ciento, pero de nueva cuenta, con el ajuste por inflación, en realidad cayeron 18 por ciento, de acuerdo a datos del Centro de Economía Política Argentina.
Ahora el nuevo gobierno devaluó el tipo de cambio oficial en 118 por ciento, más que las previsiones que habían tomado bancos para el inicio de la jornada de este martes 12, cuando se hizo el anuncio.
Otras medidas fueron la reducción a los subsidios a la energía y el transporte, y el fin a los contratos laborales en el gobierno con menos de un año de existencia, lo que da reversa a incorporaciones laborales que había ordenado el anterior gobierno.
No se trata de las únicas determinaciones, desde luego, aunque quedó en blanco la precisión sobre las jubilaciones y los salarios, lo que podría conocerse esta misma primera semana de gobierno, pues ya se esperan otras medidas pero que deben de pasar por el Congreso, donde podría haber trabas por parte de la mayoritaria oposición, lo que permitirán conocer la habilidad política de Milei y sus aliados provenientes del gobierno Macri.
Paliativos pocos o ninguno ante esas medidas, ya que lo que tienen en común esas y el conjunto de medidas es combatir el déficit fiscal, el gran enemigo de la economía argentina según ha sido caracterizado políticamente.
Solo dos paliativos en realidad, el primero, llevar al doble la Asignación Universal por Hijo, y el segundo, el incremento en 50 por ciento del monto de la tarjeta Alimentar, con la cual se pueden comprar víveres si se es padre o madre de hijos de hasta 14 años de edad, además de mujeres embarazadas desde el tercer mes y personas con discapacidad.
Por lo pronto preocupa el anuncio de que se propondrá la llamada “Ley del Piquete”, que reglamentará las manifestaciones de quienes se espera se alcen contra las medidas y salgan a las calles.
Los expertos deberán precisar si estamos ante otro de los “ajustes estructurales” que se vivieron en la región en las dos últimas décadas del siglo pasado, y que diagnosticaban al déficit fiscal como el gran padecimiento de la economía regional, y recetaban medicinas del tipo Milei.
Terminado ese ajuste, ciertamente, el desbalance entre ingresos y gastos estatales se redujo, y de acuerdo a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en 2022 el déficit fiscal regional pudo reducirse a pesar de la pandemia de Covid-19, aunque advirtió en su reporte sobre ese año, que la deuda pública seguía alta.
Lo que parece claro es que el gran pendiente en la región sigue siendo el abatimiento de la desigualdad y con ello de la pobreza, haya o no déficit fiscal.
Acusar a la enfermedad del déficit fiscal de generar pobreza puede ser cierto, pero abatir ese desbalance tampoco parece que haya sido la solución, pues a lo más, se puede presumir de menos pobres, pero no de su desaparición significativa.
Una y muy grave tarea pendiente para quien ha sido profesor de Microeconomía, Macroeconomía, Teoría Monetaria, Teoría Financiera, Crecimiento Económico y Economía Matemática, y ahora labora en el despacho principal de la Casa Rosada.
j_esqueda8@hotmail.com