Las diversas expresiones de la violencia, donde la mayor es la guerra, son compañeras inseparables de la Humanidad. Para algunos es parte indivisible del ser humano y uno de los motores de su conducta, pero es posible que en este momento el mundo cruce por una etapa de crueldad aguda.
Decir lo anterior puede parecer políticamente incorrecto a días de la celebración de la Navidad, lo que no deja de ser una ironía cuando la concepción de lo políticamente correcto o incorrecto se ha esfumado.
Pero es precisamente en la época en que se ensalzan valores como el amor, la fraternidad, la camaradería, la bondad, la generosidad, cuando es más importante tener presente que las distintas expresiones de sus opuestos, resumidas en la palabra y el concepto de violencia, siguen ahí, actuando.
Es costumbre que en diversos conflictos las treguas navideñas sean una realidad.
Una que aún se recuerda ocurrió en la Primera Guerra Mundial entre soldados británicos y alemanes, pero cuesta trabajo encontrar otras. Es posible que sea así porque no en todo el mundo se celebra la Navidad, un festejo propio del cristianismo, con unos dos mil 100 millones de fieles, pero seguido de cerca por los adeptos al Islam, con mil 500 millones y cuyo crecimiento se espera rebase numéricamente a los cristianos en las próximas décadas.
En ese marco es irónico que en las dos más importantes guerras a fines de 2023, una al menos involucre a países con religiones cristianas. Rusia, de confesión mayoritaria cristiana ortodoxa, invadió Ucrania hace ya casi dos años, país que también es cristiano ortodoxo, aunque hay discrepancias entre sus instituciones eclesiásticas.
Y por si fuera poco, Ucrania emitió hace días una orden de búsqueda y captura contra Kiril, patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, por dos cargos referidos a la actual guerra.
Pero donde la ironía se vuelve crueldad es en la llamada Tierra Santa, donde en la cuna de los festejos navideños, Belén, las tradicionales festividades han sido canceladas ante la guerra de literal exterminio que ejecuta Israel contra el grupo islámico fundamentalista Hamas y día a día mata a decenas de palestinos.
De acuerdo a cifras de Naciones Unidas, desde el siete de octubre, cuando Hamas cometió la incalificable acción de masacrar a decenas de israelíes y turistas extranjeros y tomar unos 240 rehenes, hasta el pasado 20 de noviembre, suman 13 mil los palestinos civiles muertos por las fuerzas israelíes, cifra que para mediados de este diciembre era ya de 18 mil 800 con 51 mil heridos.
El Programa de Datos de Conflictos de Uppsala, recopilador de información sobre conflictos y consultor de la ONU, señala como conflictos de gran escala los que se viven en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria, señala un reporte de la BBC, los cuales son países donde el cristianismo apenas figura.
En ese panorama podría decirse que América Latina es un paraíso, sin embargo, no es así. Ahí está la amenaza de un conflicto bélico entre Venezuela y Guyana por el conflicto sobre la región del Esequibo, con grandes recursos naturales, pero que de estallar, también tendría motivaciones internas en Venezuela, como en Rusia las tiene la invasión a Ucrania.
A su vez el narcotráfico, pero no solo, ha creado crecientes expresiones de violencia y crueldad entre grupos rivales y hacia la población en general, como ha ocurrido en México, a la que se suma la violencia institucional, como la amenaza de quitar las ayudas sociales a quienes se manifiesten contra las medidas de ajuste aplicadas en Argentina, o el trato de autoridades y ciertos grupos de la población estadunidense, hacia los migrantes.
Esperemos que al menos entre quienes puedan festejar sin violencia notoria, se reflexione un segundo en los motivos de esa violencia, y se encuentre la forma de evitarla.
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