Por: Alejandro Ordóñez

En vida, hermano, los homenajes en vida, no cuando ya esté muerto, dice el refrán. Corría el año de 1986, la Editorial Plaza y Valdés convocó al concurso “Premio de novela de la Ciudad de México, mi novela “Cábulas” quedó dentro de las cinco novelas finalistas, lo que le permitió ser publicada por ese sello editorial. “Cábulas” es un homenaje a nuestra inolvidable Cristina Pacheco, personaje imprescindible de la ciudad, quien se sintió muy complacida por el honor -así lo dijo en un desayuno-. En esta hora triste no encuentro nada mejor para despedirla, que reproducir un breve fragmento de dicha obra.

* “Qué gusto tenerla aquí en su casa señito Cristina, si yo ya la conocía, bueno a través de la tele pero ya la conocía y además su sencillez hizo que me cayera rebién. A mí me gustó mucho la entrevista que le hizo usté a mi comadre Lancha, la que tiene una fondita donde vende comida casera pa los trabajadores y luego mi comadre que me habla y que me invita a ver el programa allá en su casa y usté diciendo que de niña fue muy pobre y hablándole a la Lancha como sólo un pobre puede hacerlo con otro. Otro día que me viene a ver mi comadrita y me dice que iba usté a salir en el radio y ahí sí que la invito yo a mi casa y que la oímos tan leíbida y tan escríbida y tan reteinteligente, diciendo cosas que ponen la carne de gallina y yo con mis escuincles, oigan mis hijitos que esta señito así de pobre cuando niña y que se suelta usté diciendo que cuando niña así de enorme la pobreza y el hambre mordiendo las entrañas y que su mami: mis hijos arréglense que hoy ni modo, nos vamos a pedir limosna y usté caminando al lado della pidiendo pa un taco, pero al final de todo así de feliz y su mami abriendo los brazos y los niños como pollos acurrucados en su pecho y la niña Cristina pensando feliz: qué rechula que es mi mami. Años después la muerte della y la seño Cristina diciendo que su mami, que una mujer enorme del corazón, hermosa de sentimientos, la seño Cristina platicando conmovida de su mami, pa que todos sepamos que ni se avergüenza ni se olvida della y yo: mis hijitos oigan, oigan bien, no sea que ya luego ustedes, reléibidos se olviden de su madre, oigan mis niños, oigan bien, no sea que se les vaya a olvidar pasando el tiempo.

Si le dije a Cuquita: un día, el día menos pensado nos llega la seño Cristina y la Cuquita que me dice: tráigala Isidorita, pa que la conozca yo y quién quite también me entreviste, después de todo yo también son una mujer que trabaja, así que si usté me lo permite la voy a llevar a su vivienda pa que la conozca y se tome con nosotros un cafecito, pero tómese su te, ¿a poco no está retebueno?…

* “Cábulas”, novela de la Ciudad de México, páginas 109 y 110, editada en 1987 por Plaza y Valdés.