Empezamos 2024 con certezas e incógnitas internacionales, varias importantes en nuestro continente, algunas de las cuales tocarán de manera directa a México.

Sin duda, la más importante será el proceso electoral presidencial y legislativo en Estados Unidos. El Congreso del país vecino renovará a sus 435 Representantes y 33 de los miembros del Senado, junto con la posibilidad de que se reelija el presidente Joe Biden o regrese Donald Trump postulado por el Partido Republicano, en las elecciones del cinco de noviembre.

El hecho para México será la escasa diferencia entre la victoria de un partido u otro tanto en la Casa Blanca como en el Congreso, pues uno de los temas centrales de esta elección es el migratorio, donde los demócratas se han ido corriendo hacia una posición de dureza en este tema, similar a la republicana.

Ni Biden ni Trump tienen sus candidaturas presidenciales seguras. El primero por su edad y las dudas que trae esa situación; el segundo no solo por la inquietud de desplazarlo que muestran otros aspirantes republicanos, aunque no más de dos podrían tener la fuerza necesaria, sino por la serie de procesos judiciales en su contra, algunos de los cuales podría impedírselo, como ya ha sucedido en el estado de Colorado, donde la Suprema Corte local determinó que no podrá participar en la contienda en esa entidad y en consecuencia pugnar por sus nueve votos electorales, aunque hay en curso una impugnación.

Si Trump participa podemos esperar mucha retórica antiinmigrante, y de ganar, medidas que podrían afectar el tránsito fronterizo y amenazas de sanciones comerciales, como ya sucedió en la primera presidencia de este republicano.

Este tema nos lleva a otro de no menor importancia para México: el migratorio. Nuestro país es la última escala para alcanzar Estados Unidos, y nada parece con la capacidad para convencer a los migrantes de que permanezcan en sus países.

El paso de migrantes por nuestro territorio genera tensiones con Estados Unidos, pero que muchos de ellos provengan de Cuba o Venezuela, sin olvidar países centroamericanos y Haití, genera otras. La afinidad ideológica del gobierno mexicano con los de Cuba o Venezuela poco ayuda a encontrar soluciones posibles, alejadas de la ideología, sin olvidar que una respuesta real solo puede provenir de cambios en esos países, lo que no se ve cercano.

Haití es un caso diferente, ya que sus instituciones se encuentran por completo erosionadas, y poco puede hacer para brindar opciones a su población que les inviten a no migrar.

En un año electoral en México, no parece posible esperar que mejore la calidad de la atención a los migrantes de cualquier nacionalidad, y con el incremento del sentimiento antiinmigrante en Estados Unidos, tampoco es viable aguardar que el gobierno de ese país destine recursos para las economías de las naciones de los migrantes, para agilizar sus procesos de legalización ni para que sean atendidos con algo de dignidad en nuestro país, que por su parte más que carencia, muestra falta de sensibilidad y organización para hacerlo.

También de interés para México es la toma de posesión de Bernardo Arévalo, hoy presidente electo de Guatemala y contra quien siguen los intentos por evitar que asuma el 14 de enero, en una presunta confabulación entre sectores de los poderes económico y político más el crimen organizado, todos ellos hermanados por la corrupción.

No puede haber éxito en dar cierta racionalidad a la migración ni combatir con éxito el crimen organizado, que incluye narcotráfico y tráfico de personas, si nuestra vecina Guatemala sigue en la situación que se encuentra, y menos aún si tienen éxito los intentos para abortar la toma de posesión de Arévalo.

En la misma línea se encuentran las elecciones presidenciales hacia fin de año en Venezuela. Al ahora mandatario Nicolás Maduro no se le ven intenciones de dejar el poder -como tampoco pasará en Rusia con la ya anunciada relección de Vladimir Putin también en 2024- y además de los flujos migratorios de venezolanos que muy posiblemente se mantendrán pasando por nuestro país, se encuentra menguado el ascendiente moral del gobierno mexicano para evitar conflictos o encontrar salidas, por lo que de otro lado tendrán que llegar apoyos de buena voluntad.

¿Es posible que el anuncio de que una fragata de guerra británica llegará a aguas de Guyana, país que se encuentra amenazado por Venezuela por la soberanía del territorio del Esequibo, detenga la repetición del guión de la invasión rusa a Ucrania?

Y todos estaremos atentos a cómo va el ajuste estructural que el presidente argentino Javier Milei aplica en el país sudamericano, donde el avance del año nos mostrará que tan fuerte es la oposición y cómo se movilizan los argentinos.

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