Por Alejandro Ordóñez.
Se quitó la máscara de soldador y los guantes de protección, dejando al descubierto las cicatrices que a pesar del equipo de seguridad habían dejado en su cara, manos y brazos, las chispas de acero al rojo vivo. Miró su reloj: doce horas de trabajo bajo un calor infernal soldando remache tras remache, suspendido a más de cien metros de altura, en aquella sólida estructura de acero que parecía desafiar al mismo cielo. Calculó que con lo que percibiría por el overtaim podría comprar el vestido de tul que luciría su hija en la fiesta de quince años. Una ráfaga de viento casi le hizo perder el equilibrio. Caminó sobre la gruesa viga de acero, sin más protección que su experiencia. Trastabilló un par de veces antes de llegar a la zona de seguridad y al hacerlo se puso a silbar, como si nada.
Se dirigió a su troca parqueada al costado de la obra. Ya para llegar lo abordó una rubiecita que micrófono en mano pidió una entrevista. ¿For ti vi latina? Preguntó nuestro hombre. Oquei, go ajed. No, mirrre, contestó, mi voto ser para Don. Mi también queeerer ver muro terminado, hermosou, bello, altou porque nosotros los americans estar cansados de los mexicans que venir al país y violarrr a nuestrrras hijas y esposas; ellos quedarse con nuestrous trabajos, robar y matar; además ser pendencieros, borrachos y flojos. Nosotros querer que América volver a ser grande. Con Donald México pagar muro y cancelar tratadous que sólo beneficiar a ellos. Donald and Putin ser amigous, América and Rusia serán amigous otra vez, rojos ser enemigos, juntos poder ser grandes. Además, Don, ser honesto, mujeres recibir paga para difamar, y todo ese lodo ser campaña de mexicanous que querer intervenir in american ilecshions.
Terminada la entrevista envió un cariñoso saludo a su familia, subió al vehículo y aunque era de noche se puso lentes oscuros para protegerse del sol, ya se sabe que los güeros de ojo claro son muy sensibles a la luz. Arrancó el motor y para estar más cómodo subió las mangas de la camisa, dejando al descubierto, en su grueso bíceps, un tatuaje de la Virgencita de Guadalupe…