Por Griselda Lira “La Tirana”

Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.
Eduardo Galeano

El teatro era para Antonin Artaud la oportunidad para reflejar la verdadera realidad humana, destruir los patrones culturales impuestos, superficiales y diseñados para un público mediocre. A mi parecer, no solo la audiencia llega a escandalizarse por este razonamiento, sino también aquellos que dirigen la cultura oficialista a la que se debe elogiar porque pertenece a una clase gobernante insensible y no, al pueblo.

Coro: ¡Válgame, Dios! ésta loca ya comenzó.

Efectivamente. Iniciaré por el derecho que me otorga la locura y, por tanto, la razón. Mi cuestionamiento se fundamenta en la capacidad del colectivo Poiesis y del Foro Arlequín para llevar a escena una obra de tal magnitud como la tragedia más larga de Eurípides, Fenicias.

Coro: Mucho ruido y pocas nueces.

Pese a toda la crítica continuaré, haciendo caso omiso de las voces esquizofrénicas que todas las noches me persiguen con sus rumores insanos e hipócritas.
Román Valenzuela Gama, director y actor de este espectáculo con un equipo de trabajo que se manifiesta como la luz de Diógenes ante la oscuridad de la cultura en el estado de Hidalgo; y no es mi escritura, mi dicho o mi imaginación, la que habla, es ver cómo cada día miles de jóvenes se independizan para llevar a cabo un sueño en las artes sin el arropo de la institución.

Coro: Bravo, bravo, bravo.

Diálogos impecables, actuaciones pulcras, memorización de monólogos extensos, vestuario creativo hecho por los mismos actores. Bravo, sí bravo porque volvemos a recobrar la esencia del teatro independiente sin la opinión de los patriarcas y las matriarcas preferides del gobierno.

Coro: Bravo sí, Tulancingo de Bravo.

Finalmente, ¿tiene un salario el actor o se asume que la cultura es gratuita? Eurípides odiaba la política y era amante del estudio, tenía una mente de militar, sus tragedias, son vigentes. Tal vez estamos ciegos como Edipo y es por ello, que no podemos ver, ni explorar con una consciencia social clásica, la tragedia que nos depara la falta de arte en un pueblo utilizado meramente durante los sufragios.