Por: Alfonso Padilla Vivanco 

El científico italiano Galileo Galilei (1564-1642) fue un brillante astrónomo, quien amplió nuestra visión del cosmos; aunque en su época fue atacado por contradecir algunos dogmas existentes. Galilei propuso una nueva cosmovisión en donde el Sol es el centro del Universo y no la Tierra. Reafirmando con ello las ideas de Nicolás Copérnico, sobre un sistema Heliocéntrico.

Aunque Galileo creía que, además de los planetas, las estrellas también giraban en torno al Sol. Lo cual era un error. Las estrellas no son parte de nuestro Sistema solar. Por cierto que la luna Ganimedes que orbita a Júpiter, el satélite natural de tamaño más grande del sistema solar, casi se llamó Carlo; en un honor a un príncipe. Si esto hubiera sido, la culpa habría sido de Galileo. También cometió otro error más grave en el curso de su trabajo: creía que las mareas eran causadas por la rotación y la revolución de la Tierra, que hacían que el agua de los océanos se agitara de un lado a otro. Concluyó que la Luna, nada tenía que ver con este movimiento. Actualmente, se ha comprobado que las mareas o los cambios en el nivel del mar, son causadas justamente por las fuerzas de atracción gravitatoria del Sol y la Luna. Pero eso fue todo: dos errores de juicio en una vida que duró 77 años. Hay sólo un puñado de personas en el curso de la historia de la humanidad, cuyos logros son tan grandes, que éstos son reconocibles por su solo nombre. Galileo es una de estas personas. Cuando se habla de Galileo, se asocia con el gran hombre de ciencia y que, sin duda alguna, lo fue.

El físico italiano nació en Pisa a mediados del siglo XVI, una época y un lugar en que la investigación científica era a la vez fomentada, pero también castigada. En aquella época, Italia contaba con un sólido sistema universitario. A los 22 años Galileo publicó su primera gran obra, la Billancetta (en latín) que trataba sobre el estudio de una pequeña balanza, en la que explicaba, entre otras cosas, cómo pesar objetos en agua o aire con extraordinaria precisión. Eso le valió una cátedra en la Universidad de Pisa, donde además empezó a escribir otra gran obra: De Motu (Sobre el movimiento), en este libro Galilei argumentaba correctamente que la creencia de Aristóteles de que los objetos caen a diferentes velocidades, dependiendo de su peso, era incorrecto. Galileo dijo un día: la gravedad no discrimina entre, digamos, una bala de cañón de 10 kilogramos y una de 20 kilogramos, y por tanto ambos objetos caerán al mismo tiempo.

Sin embargo, De Motu nunca se publicó y en 1592 el contrato de Galileo en la Universidad de Pisa tampoco se renovó, éste fue un duro golpe para él, aunque fue de corta duración; pues éste terminó cuando otra institución lo contrató; la Universidad de Padua, al norte de Italia en la región del Véneto. Se distinguió en su nuevo cargo, estudiando y publicando obras sobre la naturaleza de los materiales y los movimientos de los cuerpos celestes. Cuanto más estudiaba este último tema, más se convencía de que Aristóteles, que había dicho que el Sol orbitaba alrededor de la Tierra, también se había equivocado en ese punto. Por lo que, el polaco Nicolás Copérnico, que había defendido en 1543 la opinión que ahora también sostenía Galileo, había estado en lo cierto. Pero los dictados teológicos coincidían con Aristóteles, lo que hacía que todo el tema fuera peligroso en un momento en el que no se toleraba la disidencia de puntos de vista, los cuales estaban arraigados desde hacía mucho tiempo; sobre todo si se referían a la naturaleza de los movimientos de los cuerpos celestes.

En el año 1609, Galileo inventó su propio telescopio; con una excelente amplificación para su tiempo, de aproximadamente unos 30 aumentos. Galileo apuntó su telescopio al cielo y centró su atención en Júpiter y se sorprendió al descubrir que parecía que éste estaba acompañado por tres estrellas diminutas. Por las noches, observó la luz de éstos objetos astronómicos y notó que un cuarto punto de luz en la vecindad de Júpiter, recorría los cielos con respecto a las estrellas del fondo, estos cuatro cuerpos se aferraban al planeta, cambiando su posición de un lado al otro, respecto del gigante gaseoso (Júpiter está principalmente formado de los gases Hidrógeno y Helio ), pero sin abandonarlo nunca. Se dio cuenta de que no eran estrellas sino lunas, múltiples lunas. Las cuatro lunas galileanas descubiertas a principios de enero de 1610 fueron: lo, Europa, Ganimedes y Calisto. Por cierto, ahora se sabe que esta última es muy diferente a las tres primeras.

Galileo Galilei cambió la forma de pensar de las generaciones de seres humanos que siguieron, es uno de los padres de la física moderna. Apreciable lector te invito a que veas dos interesantes videos, uno sobre la luna joviana Calisto, descubierta por Galileo y otro sobre la vida y obra de este gran científico de los siglos XIV y XVII.

Universidad Politécnica de Tulancingo.
alfonso.padilla@upt.edu.mx