Por Dr. Jesús David Quiroz Jiménez

De acuerdo con diferentes organismos internacionales, entre ellos la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), el año 2023 fue el más cálido del que se tiene registro. De hecho, a partir de junio hasta finales de año cada mes superó las temperaturas máximas históricas y en conjunto, permitieron que las temperaturas fueran alrededor de 1.2 °C más calurosas en promedio mundial en comparación con la era preindustrial (1850), cuando la influencia humana en el clima era mínima. Si bien el cambio climático actual se estima como el principal responsable de las alteraciones ambientales globales, otros fenómenos pudieron sumar a un cambio mayor, como fenómenos climáticos con periodicidades menores a diez años.

El fenómeno de “El Niño” forma de parte de la variabilidad climática decadal natural llamada El Niño Oscilación del Sur (ENOS) que afecta cada rincón del planeta, alterando las condiciones atmosféricas habituales. Este fenómeno, con origen en fortalecimiento/debilitamiento de los vientos del este (alisios) en el océano Pacífico (entre Oceanía y Suramérica), presenta dos fases que se estiman opuestas; El Niño y su contraparte La Niña. Ambos cambian la configuración geográfica de la nubosidad a nivel planetario y por lo tanto afectan la cantidad de precipitación y temperaturas habituales en distintas regiones. Sin embargo, el fenómeno en general puede ser leve, medio, severo o muy severo, dependiendo de las anomalías de temperatura trimestrales en diferentes puntos del Pacífico tropical y, por lo tanto, tener diferentes grados de afectación. Desde abril de 2023, estamos en presencia de “El Niño muy severo” o un “Super-Niño”.

En México, “El Niño” se asocia con años anormalmente secos, mientras “La Niña” con años en promedio más húmedos, dependiendo de la intensidad de los mismos.

Las altas temperaturas y escasa precipitación en 2023 tuvieron una relación directa con ENOS y de acuerdo con las proyecciones brindadas por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), las condiciones anormalmente secas continuarán al menos hasta abril. De hecho, el Monitor de Sequías en México, dependiente del Servicio Meteorológico Nacional, indica que casi el 80 % del territorio se encuentra bajo algún grado de sequía hidrometeorológica, agrupándose en mayor medida en los estados de noroeste (ej. Chihuahua, Sonora, Coahuila). Para el estado de Hidalgo, el monitor indica que toda la entidad está experimentando algún grado de sequía, aunque es “moderada” en el sur (Comarca minera) y gradúa hasta “excepcional” en el norte (Huasteca), lo que ha impactado la economía regional que se sustenta de las actividades económicas primarias y secundarias.

Particularmente grave, es la situación de la Ciudad de México que se encuentra en sequía severa, pues en conjunto con su zona conurbada agrupa más de 20 millones de personas, todos en una zona donde los acuíferos están sobreexplotados y los cuerpos de agua superficiales están contaminados.

Lo que se espera para México, a partir de abril de 2024 es una incógnita difícil de responder en estos momentos, pues después de un Super-Niño suele seguir “La Niña” que también puede ser severa, aunque no es una regla general. La conjunción de estos fenómenos en años previos (ej. 1997-1999) ha traído grandes consecuencias ambientales, económicas, sociales y políticas, no siempre deseables, pues se presentan sequías severas seguidas de lluvias fuertes e inundaciones.

Las fluctuaciones climáticas de corto plazo descritas, resaltan nuestra vulnerabilidad ante los fenómenos naturales que, a su vez, están siendo alterados por el cambio climático actual. Nos obligan a prever nuestra respuesta individual y colectiva ante su ocurrencia inminente.

Pareciera que el “día cero” en que las grandes urbes se quedarán sin agua, está por ocurrir. Es por ello que es indispensable conocer con detalle los forzamientos climáticos naturales y antrópicos que condicionan los recursos hídricos; así como, establecer un sistema de alerta regional-local que conduzca a una mejor respuesta multinivel ante fenómenos hidrometeorológicos incontrolables

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*Dr. Jesús David Quiroz Jiménez
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Profesor Investigador SNI CONAHCyT Nivel 1*
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