Por: Bethel García Vargas

La gentrificación, un fenómeno urbano global, ha estado dejando su marca en las ciudades mexicanas de manera cada vez más evidente. Desde la Ciudad de México hasta Guadalajara y Monterrey, los barrios antes marginales están experimentando una transformación radical que plantea desafíos complejos en términos de desarrollo urbano y justicia social.

En el corazón de este proceso se encuentra el conflicto entre la revitalización urbana y la exclusión social. Por un lado, la gentrificación trae consigo mejoras en la infraestructura, espacios públicos renovados y un aumento en la seguridad, aspectos que pueden revitalizar áreas de la ciudad que anteriormente estaban descuidadas o en declive. Sin embargo, estas mejoras suelen venir acompañadas de un aumento en los precios de la vivienda y el costo de vida, expulsando a los residentes de bajos ingresos y marginados de sus hogares de toda la vida. Este fenómeno plantea preguntas importantes sobre quién tiene derecho a la ciudad y quién se ve excluido de ella.

Un ejemplo bastante claro de gentrificación en México es la colonia Roma en la Ciudad de México. Lo que una vez fue un barrio bohemio y artístico, ahora es conocido por sus boutiques de lujo y cafeterías de moda. El aumento de los alquileres ha expulsado a muchos de los residentes originales, alterando el ambiente social y cultural de la comunidad y generando tensiones entre los nuevos y antiguos habitantes.

Recientemente hemos visto gracias a las redes sociales, todos los casos que salen día con día en dónde extranjeros con cierto poder adquisitivo, llegan a zonas donde el turismo es vital para los mexicanos, el más reciente o de los más recientes, es el caso del eclipse solar, en donde un grupo de estadounidenses, se apropiaron de un mirador en Durango, e incluso corrían a los habitantes de esa zona, alegando que tenían un evento privado en una zona pública y acaparaban una buena zona para poder visualizar el fenómeno astrológico, siendo mexicanos y estando en nuestro país tenemos todo el derecho de transitar por él, sin que personas ajenas nos prohíban el paso, es un derecho fundamental que está en nuestra constitución.

Pienso que es crucial que las autoridades tanto locales, estatales y federales tomen medidas para mitigar los efectos negativos de la gentrificación, como la implementación de programas de vivienda asequible y la protección de los derechos de los inquilinos, así como evitar este tipo de maltrato a nuestros connacionales, pues no está bien que ellos quieran venir a nuestro país a decirnos que podemos y que no podemos hacer en él, estando en pleno goce de nuestro derechos como nativos de nuestra tierra. Además, es fundamental fomentar la participación ciudadana en la planificación urbana para garantizar que el desarrollo beneficie a toda la comunidad, no solo a unos pocos privilegiados, solo porque ellos pagan en dólares y no en peso mexicano, recordando que nuestra moneda es el peso y no el dólar.

En última instancia, la gentrificación en México es un recordatorio de la necesidad de encontrar un equilibrio entre el progreso urbano y la justicia social. Solo así podremos construir ciudades verdaderamente inclusivas y sostenibles para todos sus habitantes.
Pero también este fenómeno urbano esperemos nos sirva para valorar realmente nuestros bellos lugares y toda la cultura, tradiciones y colores que nos ofrece nuestro país en cada rincón de él. Hasta la próxima.

bethgva@gmail.com