Por: Dr. Jesús David Quiroz Jiménez

 

El Cambio Climático actual es antropogénico. Responsabilidades y acciones
En lo que va del año, en la Ciudad de México se han presentado diferentes contingencias ambientales (10 hasta el 24 de mayo de 2024) debido a la contaminación atmosférica. Éstas tienen lugar a causa de la escasa circulación del viento, todo en función de las menores variaciones de temperatura a lo largo del día que incentivan el estancamiento de la polución. Como en otros casos, la gravedad y duración de estos fenómenos son anomalías sin registros previos similares.

De acuerdo con diferentes organismos internacionales y nacionales, 2023 fue el año más caluroso del que se tiene registro instrumental y 2024 está siguiendo la misma tendencia. Cada mes desde hace un año, en México y diversos países, se han superado las temperaturas máximas históricas. Apenas hace algunos días, investigadores serios y líderes del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), proyectaron domos de calor hasta finales de mayo que permitirán que el país sufra las mayores temperaturas jamás registradas. Esto, aunado a los cortes de energía por la sobresaturación del tendido eléctrico, ha encendido las alarmas a nivel nacional y la conciencia (quizá incipiente) de la población sobre los retos que estamos enfrentando por la modificación de unos cuantos grados en nuestro entorno, nos estamos dando cuenta de que el cambio climático actual realmente está condicionando nuestra vida diaria.

Si el problema es tan grave como lo estamos experimentando y si llegó para quedarse, el cuestionamiento consecuente es sobre las acciones que podemos implementar de manera individual y colectiva. Aquí una pequeña reflexión que surge de nuestro sentir sobre los problemas ambientales.

Desde que fuimos educados y aleccionados en etapas tempranas de nuestra vida se nos ha impuesto la idea de la culpa, pues, de acuerdo con los razonamientos colectivos, lo que pasa en nuestro entorno es enteramente nuestra responsabilidad. Nosotros consumimos y gracias a nosotros se mantiene el modelo económico que finge estar en un mundo con recursos infinitos, cuando en realidad son finitos. Esto no es del todo falso, pero intenta quitar responsabilidad a los que realmente tienen incidencia, a los que con sólo levantar un dedo pueden realmente impactar en la resolución del problema.

Los derrames de petróleo en el océano y sus consecuencias no tienen su origen en nuestro consumo, sino en los malos manejos (literalmente) de las empresas y en la inoperancia de los organismos punitivos nacionales-internacionales. La falta de agua y abastecimiento no tiene su origen en la demanda de la población, sino en la distribución diferencial económico-social. Si nos ponemos atentos, no hay colonias ricas o empresas grandes que se quejen de la escasez hídrica. De la misma forma, las mayores emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) recaen en la industria eléctrica, cementera, agrícola, ganadera, etc., en función de las demandas sociales, pero ¿qué sociedades? ¿es igual en todos los estratos? ¿aplica para todos los países?

La culpa del cambio climático actual sí, se debe al consumismo exagerado, pero no todas las personas son responsables en la misma medida y tampoco todas las sociedades tienen en sus manos la solución. Los principales países emisores de GEI tienen oportunidades y recursos para la adaptación, mientras algunos de los que más sufren no tienen capacidad de reacción pronta. Y lo mismo ocurre con las personas, pues aquellas con recursos óptimos se pueden adaptar rápidamente, mientras aquellos que no los tienen, se adaptarán lentamente o simplemente no lo harán.

El mayor acierto de los que realmente rigen el mundo (ej. Empresarios y élites), es hacernos creer que somos libres de decidir entre opciones predeterminadas que conllevan a su propio beneficio. Nos hemos creído que nuestras acciones individuales repercuten en los problemas mundiales, cuando en realidad son las colectivas y organizadas las que tienen impacto, que si bien surgen de la individualidad son difíciles de consolidar. Acciones como bañarse en cinco minutos, andar en bicicleta, comer menos carne o ser vegetariano, no tener hijos, etc., disminuyen nuestra huella de carbono individual, pero son insuficientes y contrastantes con los caprichos que llevan a la gente a orbitar la Tierra por puro placer en el turismo espacial, o al uso desmedido de jets privados en distancias cortas o para llegar, desde el otro lado del mundo, a un simple partido de futbol americano. Entonces, ¿qué debemos hacer?

Podemos empezar por la concientización y educación de la población, más allá de las escuelas, pues estos temas refieren simplemente al respeto a los seres vivos y entorno, ya sean personas, árboles, atmósfera, océanos, etc. La escuela nos brinda un marco de referencia, pero sin su práctica en casa y entorno real, se vuelve inútil pues se deja de aprender. Debemos orientarnos al consumo responsable e informado; a continuación, les brindo un ejemplo.

Para producir medio litro de Coca-cola se necesitan 34 litros de agua; además, esta empresa libera al año la misma cantidad de dióxido de carbono que más de 64,000 automóviles particulares, a pesar de que redujo en un 42 % sus emisiones. Por lo tanto, tiene mayor impacto dejar consumir productos a FEMSA que la mayoría de nuestras acciones de ahorro energético e hídrico.

Nuestra consciencia y educación, no sólo deberían reflejarse en el consumo, sino también en la exigencia de medidas ante el panorama actual y los escenarios desalentadores del cambio climático. Las acciones institucionales son las que realmente impactan, son las que inducen cambios más marcados y acelerados y deben permear en todos los ámbitos y no sólo quedarse en el discurso. Debemos dar seguimiento a la implementación de políticas públicas y debemos actuar en consecuencia, debemos presionar, debemos actuar de manera individual para llegar a la colectividad eficiente, debemos levantar la voz para obligar a la acción.

Citando uno de los últimos informes del Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC), las acciones necesarias para el panorama pasado, pueden ser insuficientes en el panorama actual y futuro, pero vale más tarde que nunca. Los estragos del cambio climático continuarán por décadas o siglos, incluso si dejáramos de emitir GEI de la noche a la mañana, la cuestión es si queremos que nuestro futuro inmediato, a mediano y largo plazo sea difícil o muy difícil de sobrellevar.

Dr. Jesús David Quiroz Jiménez
Profesor Investigador SNI CONAHCyT Nivel 1|El Colegio del Estado de Hidalgo*
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