Hace apenas tres días, el 4 de junio, Ignacio Trejo Fuentes hubiera cumplido sesenta y nueve años. Sin embargo, la muerte implacable nos arrebató su presencia el pasado treinta de mayo.
La noticia de su fallecimiento me alcanzó en un momento inverosímil. Lo explico. Llevo varias semanas revisando una selección de textos que han aparecido en este espacio de opinión cultural al que usted, estimado lector, le presta amable lectura cada viernes. Hacer el recuento de los textos que a mi parecer muestran mejor el espíritu de esta columna me llevó a darme cuenta de que uno de los autores que más me ha interesado y llevado a escribir sobre su trabajo ha sido Nacho Trejo.
El viernes pasado, el día en que la noticia del fallecimiento del autor pachuqueño comenzó a divulgarse, yo me encontraba revisando precisamente la reseña que escribí sobre su libro “Carta a los romanos”. Cuando hube terminado las anotaciones sobre las páginas impresas, las hice a un lado, me quité las antiparras y subí la mirada a la pantalla de la mac para revisar las redes sociales. Fue ahí cuando recibí el dardo certero con el veneno. Se me heló la sangre. Esa incredulidad inocente que tenemos ante las noticias desagradables me llevó a confirmar la noticia con los amigos en común. A los pocos minutos me derrumbé en el respaldo de la silla. Con Nacho me unía una larga amistad y una profunda admiración hacia su trabajo como narrados y periodista.
Lo conocí en 2003, hace veinte años, cuando tuve la oportunidad de entrevistarlo para la televisión estatal. El pretexto fue su presencia en la 3ra. Feria del Libro Infantil y Juvenil que ya se realizaba, desde aquellos años, en el Centro Cultural del Ferrocarril en Pachuca. Después que aquella charla se transmitiera televisivamente, hice una versión para medios impresos y fue reproducida en mi blog y en la revista pachuqueña Reloj del Viento, algunos años después, coincidiendo con otra visita de Nacho a la feria del libro en 2010 donde tuve el honor de presentar su libro de cuentos “Tu párvula boca”.
A partir de ese año, nuestra amistad se mantuvo gracias a los encuentros intermitentes, en posteriores visitas suyas a Pachuca, en visitas mías a la CDMX, etc. También correos electrónicos, mensajes instantáneos. La última vez que lo vi fue en 2019, en Tepejí del Rio, en la presentación de un libro de la editorial Cofradía de Coyotes que lo homenajeaba y en el que tuve, también el honor, de participar; “El ingenioso de Hidalgo / La reseña y la crítica literaria”. Pude hablar por última vez con él a través de la línea telefónica en 2022; convalecía en la casa del maestro Virgilio López Ortiz, la promesa de vernos pronto selló la llamada y sin saberlo entonces, nuestra amistad.
Trejo Fuentes ha estado muy presente en mi mente en los dos últimos meses, cuando decidí trabajar en el libro arriba mencionado y que, si Dios quiere, verá la luz a finales de julio. Fue el consejo de Nacho, camuflado en las respuestas que me dio para aquella entrevista de 2003, de que escribir periodismo cultural, tener un espacio semanal de reseña literaria, una columna, era la mejor manera de mantener pulido el oficio e ir levantando un estilo. A partir de escucharlo fue que busqué esas oportunidades, en este diario que hoy me acoge y en otro tantos. Puedo decir sin afán alguno, y sin pálida duda, que mi quehacer como periodista y escritor está inspirado enteramente en Ignacio Trejo Fuentes.
A pesar de que al día siguiente de su fallecimiento, el mismo viernes en que la virulenta noticia se propagó, la directora del INBA, Lucina Jiménez emitió un mensaje de pésame muy sentido («Un hasta pronto al querido ‘Nacho’ Trejo. Quedan sus enseñanzas, su obra, su disposición siempre a explorar el lenguaje con espíritu libre. Gran conocedor del mundo literario”.), la autoridad cultural en Hidalgo no hizo ninguna mención hasta el martes 4, con una publicación a forma de homenaje en el aniversario de su natalicio. Sin embargo, quedó un mal sabor de boca que en su estado, la familia y los cercanos a Ignacio Trejo Fuentes no recibieran el pésame correspondiente.
Sería bueno que la Secretaría de Cultura pensara en hacer una edición especial de su obra completa. Ojalá. Mientras tanto, de ya, se te extraña querido Nacho.