Por Alejandro Moreno

A todos sorprendieron los resultados electorales. Hasta al propio Gobierno Federal y su equipo de campaña que tuvo que, improvisadamente, tratar de contener la caída del peso y de la Bolsa al darse estimaciones de un Congreso de la Unión con casi mayoría oficialista y lo que eso representa para los contrapesos de un sistema democrático que lleva cinco años bajo ataques del Presidente de la República.

El PRI se mantiene como la tercer fuerza política del país; obtuvo más de 6 millones 130 mil votos tan sólo para el Senado de la República; tendremos dos senadores más que como iniciamos la legislatura en el 2018 (17) y nuestros candidatos ganaron alcaldías muy relevantes como Monterrey, San Luis Potosí, Saltillo, San Miguel de Allende, Cuajimalpa y Fresnillo, por mencionar algunas.

Desde luego, esperábamos mejores resultados. Para ser claro, no nos fue bien. Es difícil entender cómo el electorado votó por un partido cuyos funcionarios son responsables de la muerte de cientos de miles de personas por la mala atención al Covid, que han dejado que la delincuencia reine en varias partes del país con récord de muertos y que las obras insignia de este gobierno hayan exponenciado su costo y que estén lejos de funcionar como se prometió o sencillamente que aún no funcionen.

Por otro lado, la violación del Presidente de todas las normas electorales, particularmente del modelo de comunicación política, y la entrega de programas sociales de manera directa y como si fueran dádivas del gobierno – en lugar de programas de Estado- les dio ventajas indebidas, que esperemos que la autoridad electoral revise para que no se repitan.

Pero el electorado votó -con una tasa de poco más del 61%- y sus resultados, aunque quizá tengan algunos cambios marginales, están a la vista de todos. ¿Qué sigue?

Viene un periodo muy complejo para la República en el que prácticamente desaparecen los contrapesos legislativos y quieren desaparecer el equilibrio de poderes al reformar y buscar controlar a todos los organismos autónomos -INE, INAI, IFT, COFECE- al igual que al Poder Judicial (SCJN) (TEPJF).

La “autocontención” de quien ejerza la presidencia parecería ser lo único que queda, lo que tiene muy preocupado a los mercados internacionales y, desde luego, a actores nacionales de la mayor relevancia, pues no es sano estar a la voluntad de un solo hombre (o de una mujer). Peor aún, entre jueves y viernes fuimos testigos que entre el Presidente en funciones y la virtual Presidenta electa hay más desacuerdos que acuerdos. Así que es incoherente y riesgoso hablar de “autocontención” para cómo se ven las cosas. Por eso es importante resolver el tema de la sobrerrepresentación. Es lo único que puede generar equilibrios en el país.

En el PRI hemos convocado ya a nuestra Asamblea Nacional para definir rumbo. Yo estoy por que crezca y avance una nueva juventud de priistas que hayan sido exitosos y exitosas en estas inequitativas elecciones. Nos tenemos que reagrupar rumbo al 2027. No podemos permitir que el país siga a la deriva, pero tenemos que replantearnos cómo nos acercamos al electorado, qué le proponemos, cómo le cumplimos, cómo nos relacionamos -o no- con el gobierno y cómo evitamos se tomen decisiones que afecten los avances democráticos logrados a lo largo de cien años de luchas.

Como oposición, tenemos que reflexionar qué fue lo que pasó, pero se requiere también otra reflexión colectiva: ¿cómo puede ser que la autoridad electoral haya permitido a lo largo de meses una elección inequitativa y con simulaciones para posicionar a los candidatos oficialistas? ¿Acaso ya no hay rigor en la autoridad electoral y trató de beneficiar al oficialismo? ¿Cómo puede ser que los medios -prácticamente todos- señalaran de manera bien documentada actos de corrupción de candidatos oficialistas y aun así el electorado les diera su voto? ¿Los medios han dejado de ser relevantes? ¿La única contención que tendremos en los siguientes tres años serán los mercados internacionales, el banco central de los Estados Unidos (la FED) o el Fondo Monetario Internacional?

En el PRI sabemos ser una oposición responsable. También hemos pactado con opositores para ser gobierno. Ahora nos toca reflexionar hacia dónde vamos, pero que no quede duda que seremos oposición y buscaremos reinventarnos para mejor servir a la sociedad, al electorado y a nuestro querido México.