Por: Bethel García Vargas

En medio de las celebraciones en el calendario, hay una fecha que a menudo pasa desapercibida en comparación con su contraparte materna, pero que no debería subestimarse en su significado: el Día del Padre.

Este día especial nos invita a reflexionar sobre la figura paterna y su papel fundamental en nuestras vidas.

La presencia de un padre va más allá de la simple biología; es un pilar emocional y un guía en el complicado viaje de la vida.

Desde una edad temprana, los papás se convierten en modelos a seguir, enseñando valores fundamentales y proporcionando un sentido de seguridad y protección.

La influencia moldea nuestra percepción del mundo y de nosotros mismos, influyendo en nuestras decisiones y en nuestra forma de relacionarnos con los demás, pues la experiencia que nos ofrecen sus conocimientos no se puede comparar con lo que mamá nos puede decir.

Aunque en la actualidad se reconoce cada vez más la diversidad de estructuras familiares, la figura del padre sigue siendo crucial. No se trata solo de la presencia física, sino de la dedicación emocional y el apoyo incondicional que proporciona.

Los estudios demuestran consistentemente que los niños que crecen con la presencia activa de un padre tienden a tener un mejor desarrollo cognitivo, emocional y social.

Además, la relación entre padre e hijo o hija es única en su dinámica. A menudo asociamos a las madres con el cuidado y la ternura, pero los padres aportan una dimensión diferente: fomentan la resiliencia a través del juego, enseñan habilidades prácticas y a menudo actúan como la voz de la razón en tiempos de conflicto.

Sin embargo, la importancia de la figura paterna trasciende la infancia.

Incluso en la adultez, la relación con nuestro padre sigue siendo un factor determinante en nuestra autoestima y en la forma en que nos relacionamos con nuestras parejas y nuestros propios hijos. El apoyo emocional continuo y la orientación que un padre puede ofrecer son invaluables en momentos de incertidumbre y desafío.

El Día del Padre, por lo tanto, es más que una oportunidad para dar regalos o compartir una comida especial; es un recordatorio de expresar gratitud por la presencia constante y el amor desinteresado que un padre brinda. Es un momento para reflexionar sobre las experiencias, revivir momentos graciosos y tiernos y los sacrificios silenciosos que hacen que la vida sea más rica y significativa.

Así que, mientras celebremos este día, recordemos no solo honrar a nuestros propios padres, sino también reconocer el impacto positivo que una figura paterna puede tener en la vida de cualquier persona. Es un homenaje merecido a esos héroes silenciosos que, con su presencia, hacen del mundo un lugar mejor para todos nosotros, gracias a todos los papás que aunque no están con la mamá de su hijo o hijos, siguen estando presentes en la vida de sus niños y dándoles el acompañamiento que necesitan y a los papás que no han podido estar cerca de sus hijos, traten de ser una buena figura paterna y no ser ausentes, a los futuros papás, sino tuvieron al papá ideal, traten de serlo para sus hijos, ellos lo agradecerán. Hasta la próxima.
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