Por: Lucía Lagunes Huerta  

El 3 de junio amanecimos con un nuevo rostro de país, una presidenta después de 200 años de independencia, la mitad del territorio nacional será gobernado por mujeres y la paridad en los congresos se mantiene, diríamos el sueño de las sufragistas se hizo realidad.
Un cambio que impactará, especialmente en la niñez que crecerá acostumbrada a ver mujeres en el poder y a normalizarlas en la vida pública, y eso sin duda es de celebrar.

La paridad numérica ya la tenemos, lo que hay que construir es la democracia paritaria, el verdadero ejercicio del poder de las mujeres, el reconocimiento de ser iguales y hacer política feminista.

Guardando el entusiasmo por este sueño del feminismo hecho realidad, una pregunta que se instala es, si este logro de la paridad, traerá los cambios que requiere la democracia mexicana, las transformaciones que necesitamos las ciudadanas para vivir libres, y construir en la realidad la llamada República de las Mujeres.

Lo que la experiencia ha demostrado es que la paridad numérica por sí sola no transforma, es necesario que las mujeres políticas cuenten con autonomía y el compromiso con la igualdad de las mujeres.

Y en ese sentido…
Me pregunto si habrá una forma distinta de gobernar de las mujeres que llegan hoy al poder.

¿Será como dicen quienes han estudiado el comportamiento de las mujeres gobernantas en el mundo; una apuesta a los consensos y los diálogos lo que caracterice a la presidenta electa de México y a las nuevas gobernadoras?

Es una pregunta que tenemos varias ciudadanas y ciudadanos, ¿cómo van a gobernar?
Que lleguen muchas mujeres al poder no es suficiente para dejar atrás la política patriarcal que estigmatiza, confronta y cierra espacios cívicos. Ser demócrata y buena gobernanta es una decisión de vida. No es un gen ni está en el ADN de las mujeres.

Por ello me pregunto, con qué elementos escribirán el capítulo de su historia cada una de las 13 gobernantas que hoy coinciden en el tiempo y por supuesto la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, cómo quiere pasar a la historia, más allá de ser la primer mujer presidenta.

Ella llega al poder ejecutivo y recibe un país con enormes deudas acumuladas en materia de derechos humanos los compromisos por la paz que presentó la Conferencia del Episcopado Mexicano en marzo de este año, fueron firmados por Sheinbaum siendo candidata, aclarando que no coincide con la visión del diagnóstico, pero que reconoce los esfuerzos para construir la paz y la justicia.

Si es verdad su compromiso con los consensos, los diálogos y la construcción de paz, como ella lo ha manifestado, reunirse con las madres y padres de los 43 jóvenes desaparecidos en Iguala, con las madres buscadoras y con las corrientes del feminismo mexicano sería la mejor señal de que ella va a gobernar democráticamente.

Que aun cuando los diagnósticos no coincidan está dispuesta a la escucha activa para construir consensos que pacifiquen al país.

Gobernar con ojos de mujer, como Claudia Sheinbaum no asegura dejar atrás la mirada arcaica patriarcal que observa a las mujeres como grupos vulnerables, es necesario su reconocimiento como ciudadanas con derechos vulnerados, quienes requieren políticas que resarzan esas violaciones a sus derechos.

La agenda la han presentado diversas organizaciones y colectivas feministas a lo largo de la campaña que va más allá de los 8 puntos propuestos por ella, la agenda feminista propuesta busca construir la política de la igualdad entre mujeres y hombres.

Porque lograr el acceso a una democracia real y sustantiva, implica que las mujeres disfruten de todos sus derechos y estemos en paridad en todo momento, y no como excepción como lo muestra la imagen que subió ayer a su cuenta de X la presidenta electa Claudia Sheinbaum, en la cual de 17 personas solo ella y Citlalli Hernández representan a las mujeres.