Al grito de ¡No queremos armas!, estudiantes de primaria y secundaria arrojaron el armamento destruido por militares de la 18° zona militar a una fosa hecha para sepultar escopetas y otros artefactos.

En presencia de los tres poderes del estado, se llevó a cabo la destrucción de 131 armas de fuego: 84 cortas y 37 largas, así como 156 cargadores y 5 mil 385 cartuchos.

Tras la destrucción simbólica, Guillermo Olivares, secretario de Gobierno, aplaudió que los infantes y adolescentes se involucraran en este tipo de acciones que buscan preservar la paz.

“Tenemos la oportunidad de reflexionar sobre la paz y la seguridad que nos merecemos los mexicanos. Observar la destrucción de armas que se realiza aquí en la 18° zona militar sin duda es presenciar que nunca el mal triunfará sobre el bien”, afirmó el funcionario estatal.

Afirmó, acompañado de Rebeca Aladro, magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia del estado de Hidalgo; Salvador Cruz Neri, titular de la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Hidalgo y Francisco Fernández, encargado de la Procuraduría del estado, que “las personas que afectan a terceros nunca podrán ser felices”.

Puntualizó que este viernes se destruyó el amaranto que en algún momento la delincuencia utilizó e hizo un llamado a rectificar el camino y no formar parte de esa “trinchera malévola negativa”.