La ceremonia en la que Nicolás Maduro inició otro periodo de gobierno tuvo la virtud de mostrar que la izquierda latinoamericana no es una, sino al menos dos, y la diferencia entre ambas es su adhesión o rechazo a la democracia, y junto a esta característica, su amor obsesivo por mantenerse en el poder por largo tiempo ejerciendo acciones represivas si es necesario.
Se trata, para mayor precisión, de los gobiernos autollamados de izquierda, dejando fuera del comentario a movimientos, partidos y entidades intelectuales que se asumen con esa identidad.
En la ceremonia del pasado viernes 10 de enero solo dos jefes de Estado latinoamericanos estuvieron presentes: el de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y el de Nicaragua, Daniel Ortega, un contraste con la lista de mandatarios autoconsiderados de izquierda ausentes ese día.
Las delegaciones asistentes correspondieron a unos 100 países, entre ellas México, de acuerdo a las propias autoridades venezolanas, pero los titulares de las mismas no eran del más alto rango.
Fue una especie de vacío cortés y diplomático que muestra como Maduro es un mandatario que incomoda en América Latina pero también en otras partes del mundo.
La trinidad Venezuela-Cuba-Nicaragua tuvo su nacimiento formal el sábado 11, cuando Maduro le dio la misión de “defender el derecho a la paz, el derecho a la soberanía y los derechos históricos de nuestra patria», inclusive con las armas, aunque no dijo quién sería el enemigo, pero sí dibujó un fantasmagórico “fascismo”, sin quedar en absoluto claro si era una referencia a Donald Trump o una defensa, por ejemplo, para que el Canal de Panamá siga bajo soberanía panameña.
Tres días después la pregunta es si esa trinidad se quedará en dupla luego de que Estados Unidos en los últimos días de la presidencia de Joe Biden, excluyó a Cuba de la lista de países que patrocinan al terrorismo, en una acción para liberar a 553 personas cubanas “sancionadas por delitos diversos”, pero quienes fueron detenidas tras las protestas de 2021 en diversas ciudades del país antillano y consideradas en consecuencia presos políticos, según fuentes gubernamentales y medios de Estados Unidos.
Cabe señalar que esa decisión de Biden forma pareja con sus esfuerzos para dejar lo mejor pertrechada que sea posible a Ucrania ante la llegada de Trump.
Precisamente esa liberación de presos políticos cubanos es uno de los elementos que ayuda a definir a los regímenes de izquierda ejemplificados por esa trinidad: la intolerancia a la protesta y el pensar distinto.
Las calles de Caracas, la capital venezolana, fueron reportadas como virtualmente tomadas por los servicios de seguridad previo a la ceremonia de asunción de Maduro, mientras que el número de detenidos tras las elecciones que el heredero de Hugo Chávez dijo haber ganado, pero sin mostrar alguna prueba, llegaba a mil 697, entre ellos tres menores de edad, según la ONG Foro Penal.
Nicaragua tiene menos presos políticos, pero no por ser una cifra inferior el hecho de encarcelar a personas opositoras o que piensan diferentes es menos grave, sobre todo cuando se les expulsa a otros países, como sucedió en 2023 cuando 317 opositores y críticos de Ortega fueron arrojados de Nicaragua, enviados a Estados Unidos o España y, además, despojados de su nacionalidad.
Toda esa persecución no alcanza a esconder que se trata de una herramienta para mantener indefinidamente el poder, sin que tenga mayor importancia el dictamen de las urnas, como lo acaba de mostrar el caso venezolano.
Brasil, Colombia, Chile, el entrante gobierno de Uruguay son ejemplos de gobiernos que se consideran de izquierda, pero tienen un mínimo respeto por valores democráticos, y por ello sus jefes de Estado se ausentaron de la toma de posesión de Maduro.
A escasos días del regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, la cual quiso conservar a como diera lugar hace cuatro años, según una investigación del departamento de Justicia estadunidense, llama la atención ese paralelismo del estadunidense con Maduro y Ortega, y hace temer que la región carezca de la preparación necesaria para enfrentar al inminente nuevo gobierno estadunidense.
j_esqueda8@hotmail.com