Por vez primera en muchos años, lustros e incluso décadas, los mexicanos comenzamos a vernos como ciudadanos con derecho, más allá de la narrativa oficial que pretendió enseñarnos que México era un país del primer mundo, pero que la riqueza estaba apuntalada en unas cuantas manos y, peor aún, los cargos de elección popular eran prerrogativas para unas cuantas familias de políticos y funcionarios: Los hay que desaparecen a su santa madre, con tal que mantener los apellidos paternos como los han heredado de años y más años en el poder.

Al inicio del nuevo periodo ordinario de sesiones del Congreso de la Unión; de la reanudación de las actividades legislativas y parlamentarias en la mayoría de los 31 estados de la República y del Congreso de la Ciudad de México, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha anunciado que enviará sendas iniciativas de reformas a leyes en materia del nepotismo y para hacer efectivo aquello de “sufragio efectivo; no reelección”.

En cuanto al “orgullo de mi nepotismo”, como bien acuñó quien fuera presidente de México, José López Portillo, la presidenta Sheinbaum busca “poner el cascabel al gato” para impedir que las familias de políticos sigan la sucesión gubernamental como si de títulos nobiliarios (abolidos en México, por cierto).

Los mexicanos nos hemos acostumbrado (como si fuera una ley divina) a que cualesquier funcionario que haya llegado al poder mediante la votación popular, pueda “heredar” el cargo a esposas, esposos, hijos, hijas… sin más requisito que el ejercicio pleno de los dineros del erario y el control que suelen tener de partidos políticos, entidades e incluso municipios: Es claro que Sheinbaum ha dicho que basta de hacerse inmensamente ricos a costillas de la ciudadanía en general: Busca con su iniciativa acabar con la herencia maldita que entraña el nepotismo.

En cuanto a la reelección, vigente a hace poco en el sistema político mexicano; la Jefa de las Instituciones también levanta la voz para decir que se acabó… Sin embargo, habría que poner candados al llamado “chapulines”, pues si bien los legisladores o funcionarios no podrán reelegirse, es necesario establecer candados para que tampoco puedan bancar de un cargo a otro: Hay políticos que se han eternizado en el Legislativo, por ejemplo, pasando de diputados a senadores e incluso diputados locales.

Bien por la Presidenta; ahora hay que avanzar en lo referente a la democracia que implica ser dirigente en los sindicatos, los cientos de sindicatos que, en su existencia, jamás hayan visto una renovación de dirigentes; quienes están en las dirigencias siguen en ellas hasta que mueren (y es literal); de la misma forma en los partidos políticos, en donde los hay que pertenecen a familias que encontraron en ellos, la forma de amasar fortunas para sus familias, por generaciones, ad nauseam.

leonardovaladezc@yahoo.com