En el diario alud informativo creado por el presidente estadunidense Donald Trump, debe destacarse la liga entre negocios y política, que apunta a alcanzar niveles poco visos por ser usada como herramienta de política exterior y, lo peor, con la corrupción santificada a nivel mundial.
Hasta ahora la perspectiva aceptada es que ambos mundos deben de caminar por su propio carril, sin mezclarse. En los hechos esto nunca ha sucedido, pues se dan vínculos entre ambas prácticas que de manera habitual son ocultados porque van contra esa premisa aceptada de cada cual por su propio camino.
De las combinaciones posibles entre negocios y política, quizá la menos aceptada sea que los políticos tengan negocios, pues se cree que la política es una actividad casi sagrada porque su misión, dicha de modo general, es que la mayor parte de la gente tenga condiciones de vida aceptables y cada vez mejores, por lo que la incursión de un político en los negocios es vista como un sacrilegio, por la búsqueda del beneficio personal que busca una actividad de negocios.
Cae por su propio peso que lo anterior además de falso es irreal, Si contrastáramos la forma de vida de políticos de diversas partes del mundo, se vería que con dificultad podrían ser sostenidas por sus salarios, lo que en el mejor de los casos abre la puerta a que hayan podido ocultar negocios y en el peor corrupción.
En el mundo Trump el mandatario es un claro ejemplo de lo anterior, y asistimos a una nueva combinación de negocios y política, en la cual puestos políticos son encabezados por empresarios, algo que si bien no es nuevo en Estados Unidos, ahora alcanza nuevas alturas.
Un ejemplo simple es Ken Howery, embajador estadunidense en Dinamarca, cofundador del fondo de inversiones Founders Fund, con inversiones por más de mil millones de dólares (un billón de acuerdo a la terminología estadunidense) en el menos unas 50 compañías, sin olvidar su papel como cofundador de PayPal.
¿Podrá Howery entender los afanes independentistas de la población nativa de Groenlandia, que Trump desea adquirir, o los argumentos de soberanía de Dinamarca para negarse a esa venta?
Por supuesto que el mejor ejemplo es Elon Musk, un empleado especial del gobierno y asesor presidencial especial, quien no dirige DOGE o departamento de Eficiencia Gubernamental, explicó Joshua Fisher, director de la Oficina de Administración de la Casa Blanca, al responder a una demanda de 14 estados del vecino país, con la queja de que el multimillonario rebasa sus funciones oficiales en esa oficina cuya misión es recortar el gasto público estadunidense y remodelar las agencias gubernamentales.
El recorte al gasto público y la remodelación de las agencias gubernamentales son innegables necesidades por atender. La primera porque se espera que el déficit fiscal para el año recién acabado sea de 8.1 por ciento y de 7.5 por ciento para este 2025, pero estabilizándose en esa cifra, estimó la agencia calificadora Fitch el pasado siete de enero. Y desde luego sin la remodelación de la burocracia estadunidense, no se podrá avanzar en el logro de los objetivos de Trump.
Los métodos de DOGE con ceses fulminantes o indagaciones en datos reservados de los empleados gubernamentales, no parece que sean lo más correcto para lograr los objetivos buscados, y no se explican por el corto tiempo de mandato, sino por llevar a lo público y gubernamental algunos de los métodos de los negocios privados.
Debemos sumar la idea de convertir a Gaza en un balneario de calidad internacional, una oportunidad increíble de negocios, y hasta los contratos para que Jared Kushner, esposo de Ivanka Trump, construya desarrollo inmobiliarios en Serbia y Albania.
Pero lo último y muy grave es la instrucción de Trump para suspender la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero, proveniente de 1977 y que prohíbe a empresas e individuos estadunidenses, ofrecer sobornos a funcionarios de otros países para conseguir negocios. El argumento para suspender esta norma es que se daña la “competitividad”, estadunidense, es decir, acatar las leyes y seguir valores como la honradez, es anticompetitivo.
La consultora global Risk recuerda que gracias a esa ley empresas como Siemens, Ericsson, Goldman Sachs y Odebrecht, debieron pagar multas millonarias por practicas corruptas en Malasia, Brasil México y Argentina.
Así, se camina hacia una época donde lo peor de lo privado, no la eficiencia, dominaría la esfera gubernamental, incluido el permiso para corromper.
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