El presidente estadunidense Donald Trump presentó su primer informe de su actual mandato sobre el estado de la nación, el cual no es un informe como los de gobierno de México, sino una pieza política, en ese sentido parecida a la parte final de los informes anuales de los mandatarios mexicanos.
La precisión es importante porque desde esa perspectiva debe valorarse tal pieza de retórica, que en esta ocasión llegó a niveles delirantes pocas veces vistos, al mezclar como es usual en el discurso del mandatario estadunidense, realidades, realidades a medias y mentiras.
Para los mexicanos es importante leerlo para entender qué lugar ocupa nuestro país en la política general trumpiana, porque uno de los aspectos que día a día se ve en la información y análisis hechos aquí sobre tal política, es como si todo fuera la relación con México, y no, es un punto más, importante sin duda, pero no el único.
Las palabras de Trump son un diagnóstico de la situación del ánimo de la sociedad estadunidense, sobre todo la blanca de valores tradicionales, acostumbrada a posiciones de privilegio.
La frase “amanecer de la edad de oro” significa así el reconocimiento de que esa etapa de privilegio se perdió y hay que recuperarla. ¿De verdad? Tanto el país del norte como sus habitantes sobre todo anglosajona, se han encontrado ahora con que manteniéndose en el lugar de primera potencia, su distancia con el resto de mundo se reduce día a día y tarde o temprano tendrá que aceptar la coexistencia con otros poderes económicos, militares y políticos.
El decaimiento del ánimo social estadunidense parece anidarse en lo más profundo de valores de la identidad personal, de ahí la reversa a conquistas en materia de igualdad y diversidad. Sí, en efecto, señalar que solo hay dos sexos desde esa perspectiva, muestra un machismo acosado por la realidad de la diversidad.
El discurso del mandatario en este punto en un ejemplo de mentiras y verdades a medias. No se encontró referencia al triunfo de una ciclista transgénero por cinco horas y 14 minutos sobre una mujer, aunque sí el de una ciclista que inclusive dejó las competencias tras perder por dos segundos frente a una rival transgénero, derrota que le impidió su pase a una competencia internacional.
Se toca la sensible polémica deportiva actual de si al buscar la diversidad se crea la nueva discriminación de las mujeres ante las transgéneros, pero no con los enormes márgenes manejados por Trump. Y es necesario insistir, no se busca defender a la mujer de una nueva desigualdad, sino aliviar las heridas del machismo blanco estadunidense.
La lista de ejemplos de mentiras y verdades a medias es larga, como la justificación de la salida estadunidense de la Organización Mundial de la Salud o el Consejo de Derechos Humanos; la falsa afirmación de que ya se están construyendo fábricas de ensamblaje de automóviles por todas partes del suelo estadunidense; la aprobación de la Ley Take It Down –contra imágenes sexuales elaboradas por inteligencia artificial- que solo ha pasado la aduana del Senado pero falta la Cámara de Representantes; los evidentes errores administrativos de conteo de la población que hacen aparecer a un hombre de más de 300 años de edad, pero que es mostrado como ejemplo de corrupción.
O que en la construcción del Canal de Panamá murieron 38 mil trabajadores, dando la impresión por la forma en que está redactada la frase, de que son estadunidenses, cuando en realidad se ha documentado que sumaron solo 300 los estadunidenses fallecidos.
El resto de países del mundo ha respondido con aparente lentitud que podría mostrar que se analiza la mejor forma de actuar. Por ahora como gran perdedor se perfila Ucrania, aunque está por verse qué tanto se une Europa para detener a Rusia. Luego la Franja de Gaza, pero ya respaldada por países árabes con su plan de reconstrucción en lugar de convertirla en ribera turística de lujo.
De manera abierta se han enfrentado a Washington Canadá y China. El primer país ve en su formación como Estado-Nación rivalidades y semejanzas con Estados Unidos, y ahí radica tanto la ambición de volverlo el estado 51 como la defensa de su soberanía. Canadá no puede ceder sin más a lo que le pida Trump, pues a cada entrega vendrá una nueva demanda y así al infinito, una dinámica que deben de observar otros países.
China, por su parte, fijó su meta de crecimiento para este año en alrededor del cinco por ciento –la de Estados Unidos es de 2.2 de acuerdo al FMI- y estableció que luchará una guerra arancelaria, comercial “o cualquier otro tipo de guerra”, lo que sin duda hará que Trump use al resto del mundo como ariete contra China, sin importarle lo que esos países puedan sufrir, México incluido.
Sin duda, es necesario dialogar, pero también fijar límites y no solo confiar en lo que empresas estadunidenses puedan hacer, pues gracias a peticiones de Stellantis, Ford y General Motors, los aranceles a vehículos elaborados en el marco del T-MEC, fueron pospuestos un mes, ante los potenciales daños que podrían generar en lugar de los beneficios anunciados. Es un modesto ejemplo de la que puede lograr la realidad.
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