-El expediente de la joven está destruido, me aseguré de que ninguna de las abogadas leyera su declaración, no te preocupes. “R” no podía ni hablar, solo gritaba y decía cosas incoherentes por todo el alcohol que se bebió.
Traté de no hacer ruido, los huéspedes no sabían que había otro inquilino en la habitación contigua. Siguieron hablando acerca de cómo el padre de “R” había pagado una enorme suma para que el nombre de su hija no saliera a la luz en el secuestro del intendente Giovanni. Se les ordenó crear una carpeta y culpar al empleado de la universidad en la que “R” era estudiante de administración.
“R” estaba enamorada de Giovanni, pero a este no le importaban las chicas feministas de la universidad, sus luchas y demandas a conveniencia, tampoco sus dieciocho feminismos, ni sus agendas porque, además, veía en su escuela cómo las mismas que protestaban eran las que obtenían los mejores puestos casándose con un varón que gozaba de un gran poder adquisitivo u obtenían beneficios por convertirse en las amantes de algún político; entre muchas otras cosas propias de su doble moral.
Giovanni buscaba una novia tradicional, sencilla y que no fuera el centro de atención en las fiestas, rehuía de cualquier chica sabelotodo que dominará a los varones con un estilo de vida frívolo y abusivo.
El intendente ignoró a “R” y siempre conservó su postura de empleado; buscaba terminar la carrera de contaduría para poder darle a su madre una vida mejor; pero “R” era terca y caprichosa, lo perseguía siempre, le enviaba regalos que él tiraba a la basura, intentaba topárselo cuando él trabajaba e insistía en que él la volteara a ver. Una ocasión, le mandó un mariachi a su casa y él, los despidió sin terminar de escuchar la segunda canción.
Como todas las chicas de su círculo, “R” pagaba terapia por moda y para sentirse cool (integrada), bebía en exceso, se drogaba para experimentar y justificaba sus excentricismos con carencia de afectos. Sabía el arte de manipular, victimizarse y llorar cuando se metía en problemas. Siempre lo hizo.
Al día siguiente salí de mi habitación pensando en el destino de aquel joven inocente y la maldad de las personas con poder adquisitivo. Llamé a mi amigo Joel que, en esa época, tenía un puesto con mucho poder en el gobierno.
– Por favor, Joel, Giovanni es como un sobrino para mí y sé que es inocente.
– Está bien, llámame mañana.
Giovanni ya había sido enviado a prisión, lo acusaron de violar a “R” y las drogas que encontraron en el auto de esta al momento del secuestro, las cubrieron con sus huellas. Lo obligaron a masturbarse para que la ropa de “R” estuviera salpicada con su semen y después, lo drogaron.
– Sí se puede Hugo, pero Giovanni debe aceptar que él acosó a la chica y que las drogas son de él.
– Pero tú sabes que eso es una total mentira.
– Hay compromisos Hugo, es la única manera en la que puedo ayudarlo.
– Está bien, ¿Cuándo puedo ver a Giovanni?
– Mañana.
Me pareció tan injusto lo que Giovanni vivía que fui a ver a su madre. La mujer me recibió con muchas atenciones, no supe qué decir al ver las condiciones en las que vivían y los altos valores que ambos profesaban a pesar de su humilde condición.
– No se preocupe señora, sé por lo que está pasando, soy víctima de una mujer que ahora es la fiscal. No tiene que decirme nada, en carne propia viví lo que Giovanni está sufriendo.