Por:
Alfonso Padilla Vivanco
Universidad Politécnica de Tulancingo. alfonso.padilla@upt.edu.mx
Parte de la obra artística y científica del polímata italiano Leonardo da Vinci ha sido reunida a través de los últimos siglos, en un compendio de veinticinco manuscritos, éstos se han encuadernado y cada de uno de ellos guarda una historia excepcional, con la que se podría realizar la trama de una novela.
Los cuadernos son ahora identificados como: códices de Leonardo da Vinci. Los más conocidos son: París, Atlántico, Forster, Trivulziano, Madrid, Arundel, Turín, Leicester y Windsor. Cada manuscrito comprende una o más temáticas que fueron estudiadas por Da Vinci.
El códice Leicester, por ejemplo, muestra dibujos sobre la luminosidad de la Luna y el movimiento de la aguas. El Arundel, trata sobre geometría, mecánica, ingeniería y el vuelo de los pájaros. Particularmente, el códice Windsor es el que contiene bocetos sobre anatomía humana, éste ha llamado mucho la atención de los historiados y los médicos. En esta obra se observan dibujos para conocer la anatomía del rostro humano y para estudiar la física de la visión humana.
Leonardo tenía mucha curiosidad por saber cómo funcionaba el ojo humano. Por lo que, alguna vez dijo: L’occhio, che si dice finestra dell’anima, è la principale via donde il comune senso può piú copiosamente e magnificamente considerare le infinite opere di natura…(El ojo, que es la ventana del alma, es el órgano principal por el cual la comprensión puede tener la más completa y magnífica vista de las infinitas obras de la naturaleza…). Sin duda que, no solo Leonardo da Vinci ha sido el único ser humano que ha tenido interés a lo largo de la historia de la humanidad, en conocer el funcionamiento de nuestro sistema visual, grandes científicos y médicos han realizado importantes contribuciones al conocimiento de este órgano.
En el año 1911, Allvar Gullstrand (1862-1930), recibe el premio nobel en fisiología-medicina, por sus contribuciones en la explicación del proceso de acomodación del ojo humano. Previamente, durante el siglo XIX, un estudiante de Gauss, Listing, realiza estudios teóricos y propone el primer modelo matemático del ojo humano, estudiando a éste como un instrumento óptico. Intenta con ello, representar las componentes ópticas del ojo para reproducir su funcionamiento. Listing usa un esquema con una sola superficie refractora y un solo índice de refracción, de valor aproximado a 1.33. Más tarde y ya en el siglo XX, Emsley actualiza el modelo de Listing y utiliza los datos de Gullstrand, para proponer un modelo más completo. Otros modelos también fueron propuestos por von Helmoltz y Tscherining entre otros científicos de inicios del siglo XX. Muchos de los investigadores que continuaron con los trabajos de Listing, Gullstrad, Emsley y Le Grand, explicaron entre otras cosas, de que partes se compone el sistema visual humano y su funcionamiento. Encontraron que el ojo humano es un complejo sistema de interconexiones neuronales, que se da entre aquellas partes del ojo y el cerebro, que involucran a la percepción visual.
Ahora se sabe que el globo ocular está cubierto por una capa opaca, la esclerótica (del latín: sclera), ésta es la parte blanca del ojo humano. Así mismo, la abertura exterior enfrente del ojo, que está cubierta por una membrana transparente, es conocida como cornea y es la superficie que más refracta la luz, doblando los rayos y enfocando a éstos sobre la superficie de la retina, la cual por cierto, está en el fondo del globo ocular. La parte central oscura del ojo detrás de la cornea se llama iris y su abertura es llamada pupila. Ésta está controlada para poder cerrar y abrir, y así limitar el paso de la luz por la acción de un músculo esfínter. El enfocamiento fino, para formar las imágenes sobre la retina, lo lleva a cabo la lente cristalino. Éste se compone de una colección de capas transparentes. Para realizar esta tarea de enfocamiento, proceso conocido como acomodación, el cristalino es sometido a una presión que ejercen sobre él, los músculos ciliares. Este proceso permite cambiar la forma física del cristalino, generando cambios en la refracción de la luz que llega al fondo de ojo.
Existen también, ciertos elementos fotoreceptores, que se encuentran en la
superficie de la retina del ojo. Éstos son los encargados de convertir la luz que incide sobre ella, en energía electroquímica la cual es transportada al cerebro, a través del nervio óptico. Estos fotoreceptores son de dos tipos, los conos y los bastones. Los primeros se encargan de identificar el color de los objetos y de la detección de la luz brillante. Mientras que, los segundos trabajan bajo condiciones de iluminación con intensidad muy baja, esto es, útiles durante condiciones de visión nocturna.
Todo el siglo XX y lo que va de este siglo, los estudios y contribuciones para explicar la formación de imágenes debida al ojo humano, han sido simplemente asombrosas, esto incluye sus padecimientos, sus limitaciones ópticas y aberraciones. Pero no solo ello, también la instrumentación óptica especializada tanto para medir como para estudiar al ojo humano, ha facilitado a los especialistas, el diagnóstico. En ese sentido, la biometría ocular hoy día depende de los modernos Queratómetros, para medir la curvatura de la cornea. Así como a los Oftalmoscopios se debe, el poder observar el fondo de ojo, concretamente la retina. Justamente la retina del ojo, suele apoyar el diagnóstico de ciertos padecimientos, como la Retinopatía diabética.
En todo el mundo, la industria de la visión ha crecido enormidades, en favor de la salud visual del ser humano, aunque lamentablemente, aún no está al alcance de todos.
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