26 años han pasado desde que el diario Síntesis emergió como una opción de prensa libre y objetiva.
En un país en el que el llamado “Chayote” se daba cita durante prácticamente todo el siglo pasado encontrar un diario que fuera distinto a los demás, no solo se tornaba como un hecho especial sino, incluso, agradecido.
Veintiséis años son fáciles de escribir y decir, pero son un gran cumulo de anécdotas y entresijos que quedan a la posteridad. Ahora la prensa ha evolucionado y lo que antes era impreso ahora es digital, cierta nostalgia se agolpa en mi ser pues yo crecí con el papel impreso y su característico olor.
Antes no había que escribir “de papel”. No había otros periódicos. Escribir “en papel” era una expresión redundante e incomprensible.
Pero ahora las cosas son distintas. Hoy en día entre amigos hemos charlado y hemos observado que en el metro ya nadie lee periódicos de papel. La gente escucha podcasts, mira sus teléfonos inteligentes, lee un ejemplar en papel de un libro (sí, a veces lo hacen), observa a los demás a su alrededor. Una amiga me dijo que no veía a nadie leer un periódico en el metro desde hacía años.
Yo tampoco. Pero me encantan los periódicos impresos, me gustan no solo por su contenido (que, con la excepción de las páginas de opinión, donde solo contratan a lunáticos para escribirlas, son excelentes). Me encantan porque el olor del periódico es el mismo que recuerdo de hace muchos años.
Soy uno de los últimos mohicanos que leen noticias impresas. Pero la mayoría de los quioscos que venden el periódico han cerrado. En China el gobierno chino lo considera un despilfarro de dinero (es cierto que a veces los diarios no se “renovaban”; así que un jueves por la mañana el número más reciente sería el del lunes). Hace varios años, en Moscú, una ciudad de trece millones de habitantes no hay un solo quiosco.
Uno de los pocos países que resiste el embate de lo digital y donde todavía se pueden encontrar, cada día, todos los periódicos y revistas impresos, es España.
Me gusta escudriñar por los quioscos aquí en México, mirando qué tipo de letra, color y olor de periódico me gusta más (cuando encuentro algunos quioscos y diarios). Luego cojo el periódico, lo abro, huelo su letra impresa y pienso que un café no estaría nada mal.
Sin embargo, ir a la vanguardia es evolucionar y por ello no se queda en el baúl de los recuerdos Síntesis que tras 26 años sigue vigente y le esperan muchos más.