El 1 de septiembre, mientras Emmanuel Reyes Pérez daba clases de Historia frente a un grupo de secundaria en Tepeji del Río, recibió la llamada que anhelaba desde hace siete años.

Del otro lado de la línea, Neyda Naranjo, titular de Cultura, le notificó que había ganado el Premio de Cuento “Ricardo Garibay” con su obra “Rumores de una huelga”.

“A pesar de que tanto tiempo lo esperé, sí fue para mí un shock, más bien una revelación, yo estaba saltando de alegría y le conté a los alumnos y a las personas que pasaban por allí”, señaló el autor en entrevista para Síntesis.

Hace siete años que Reyes comenzó a participar en los premios estatales de literatura. En ese año nació San Jerónimo de los Cerros, una alegoría de Tlamaco, Atitalaquia, el pueblo de donde son sus abuelos y que más tarde se convirtió en su hogar.

“Encontré en este pueblo muchísima magia y muchas personas me contaron historias que poco a poco, obviamente yo como escritor, fui hilando con sucesos fantásticos y ficticios. Se fueron dando las cosas al grado que no solo tenía los cuentos de mi primer libro de “Cal y olvido” , que eran ocho, sino que me fui haciendo de una variedad de relatos”.

Año con año mandaba sus manuscritos y aunque se desanimaba al ver su nombre entre los ganadores y dudaba de su talento, lo volvía a intentar.

“Algo que siempre me ha caracterizado es la tenacidad y renacía, renacía como cuando le echas fuego al pasto o a la maleza y vuelven a brotar. Asi renacían mis ansias de querer volver a intentarlo, pero sin duda, en un momento después de los fallos y ver que no era yo el ganador, sí pensé en renunciar”.

Rumores de una huelga

Su obra gira en torno al ficticio San Jerónimo de los Cerros que se fundó un 30 de septiembre de 1915 por personas que huían de la Revolución Mexicana, pero la línea de su obra va más allá de las rocas y casas del lugar.

“Hablo mucho de cómo la ignorancia puede llevar al fanatismo religioso, al machismo y a perpetuar injusticias. La médula espinal de todos mis escritos, ahora que lo reflexiono, es como la ignorancia puede ser un mal catastrófico si se le deja o si no se lucha contra ella”.

“Rumores de una huelga” se conforma de seis cuentos que abordan el amor, la tragedia, el realismo y tintes de realidad cruda: Cómo nombrarte, no te encuentro; El olor de la Jamaica; Lágrimas de cal; La bruja; El usurpador y Rumores de una huelga.

“Hay sucesos que uno creería que son inventados, pero que sí pueden acontecer en la realidad”, afirma el autor.

Todo el libro gira en torno a una calera ubicada en San Jerónimo de los Cerros, pero donde más cobra protagonismo dicho escenario es en el cuento que le da nombre a la obra.

“La calera como refugio, la calera como injusticia”. Desde las primeras páginas el conflicto comienza a cocinarse cuando un señor es despedido por faltar al trabajo tras enterrar a su esposa. A partir de ese momento, los rumores de huelga se esparcen por todo el pueblo hasta convertirse en una realidad inevitable.

“Pero también demuestro que a pesar de que pareciera que ya son las luchas definitivas o que ya nunca va a volver a haber problemas, irremediablemente vuelven. Aunque no queramos, las tragedias vuelven a ocurrir justamente por la ignorancia”.

Todos los cuentos están conectados entre sí e incluso hay sucesos que están pasando al mismo tiempo. La calera al igual que el párroco del pueblo son los únicos que salen en todos los cuentos.

El cuento que más disfrutó escribir

Aunque dice no tener un cuento favorito, el que más disfrutó escribir fue “El olor de la jamaica”, una historia polémica de amor entre una adolescente, hija del dueño de la calera, y un profesor.

“Me gustó mucho hacerlo porque lo llené de muchísimos detalles: desde investigar cómo está hecho un vestido de novia, los ramos de flores, qué metáfora iba a ocupar para ejemplificar el amor y el sufrimiento que pasaron esas personas”.

Por el contrario, el cuento que le costó más trabajo desarrollar fue “Rumores de una huelga” debido a que tuvo que investigar profundamente el movimiento y entablar conversaciones con extrabajadores de una calera de Atotonilco de Tula que vivieron una situación similar.

“En ese cuento hay una pequeña historia de amor entre un reportero y el iniciador de la huelga. Explore esos matices tratando de no ser ofensivo ni faltar al respeto”.

La lectura lo encontró desde niños, la escritura en la adolescencia

Reyes se sumergió desde muy pequeño en el mundo de los libros gracias a que su mamá le compraba colecciones de cuentos para niños, pero su encuentro con la escritura fue hasta la adolescencia.

Cuándo cursaba tercero de secundaria, la profesora Chely, quien le impartía la materia de historia, le dejó de tarea escribir un cuento de amor que tuviera escenario en la Nueva España, pero él decidió que no lo iba a hacer.

“En ese entonces yo atravesaba una situación familiar muy complicada, me volví muy rebelde y no hacía tareas, pero horas antes, me invadió un miedo recóndito, yo creo que fue el destino,. Me dio miedo de que la profesora me regañara y en 15 minutos de recreo me apure a escribir”.

A las afueras del salón, en lugar de jugar con sus amigos, escribió tres cuartillas de su obra “Sacrificio”. Era tan tímido que no podía hablarle a las chicas, pero cuando leyó su texto y todas suspiraron, de ahí se agarró.

Años después, cuando ingresó al Centro de Estudios Tecnológicos industrial y de servicios(CETIS) N° 26, le escribió un libro a una chica, una novela de 350 página a la que califica de muy mala y que jamás le regaló.

En ese instituto tallereó su cuento de “Sacrificio” para participar en el Encuentro Nacional de Arte y Cultura (ENAC) y obtuvo, en 2014, el primer lugar estatal.

Ese fue el inicio de varios logros. Ingresó a la normal y después publicó su primer poemario “Muchos te llaman tormenta” en Madrid.

Siguió escribiendo y envió su resultó finalista en el concurso de Voces del Futuro organizado por la Feria Internacional del Libro de Coyoacán y la Fundación Sophia México. A ese certamen envió su cuento “Los Rieles”, basado en San Jerónimo de los Cerros.

“No concibo mi vida sin escribir historias, sin plasmar universos a los cuales puedo ir de chismoso a ver qué está pasando. Ahorita tengo la vista fija en los Premios Nacionales de Bellas Artes, en el premio Juan José Arreola y en el Beatriz Espejo”, afirmó el joven que agradeció a Dios por este premio.