Arturo Gil Borja

Por décadas, hemos sido testigos del gran avance que han tenido los estados del norte de México, en donde la riqueza se genera a través de empresarios innovadores y productivos.

A son de broma, aún recuerdo cuando nuestros ancestros nos decían que esta nación caminaba en tres partes, pues mientras en el norte trabajaban, en el centro pensábamos y en el sur descansaban.

Quizá por el clima, lo agreste de los suelos norteños, la centralización de las decisiones por muchos años y tierras fértiles y productivas en el sur del país, fue claro que, quienes tuvieron que ir siempre cuesta arriba, fueron los habitantes cuyo domicilio se ha ubicado históricamente, desde Baja California, hasta Tamaulipas, en esa franja colindante con los Estados Unidos.

Gente franca, de trabajo y acostumbrada a los retos, ahora enfrentan el mal que desde hace muchos años nos advertían los especialistas, es decir la falta de agua, pues mientras en el centro y sur del país llueve a raudales, es poca la afluencia de lluvias para los mexicanos del norte y sus presas y ríos están al borde de la sequía.

Si crees que es su único problema, hay que sumar que, por su posición estratégica, al ser frontera con el país más rico del mundo, la violencia entre las “narco bandas”, que ya había tenido algo de tranquilidad, de nueva cuenta se ha desatado, al grado de que la DEA (agencia anti drogas Norte Americana), en su informe del mes de marzo de este año, sobre venta y trasiego de drogas, ha señalado a México como el principal proveedor de estupefacientes químicos a aquella nación.

Problemas de agua, aunados a los problemas de inseguridad, causados por el narcotráfico, se acumulan con uno nuevo y que consiste en la desaparición de personas.

No es ningún secreto, que el delito de trata de personas, desdeñable por ser motivo de esclavitud sexual, es el que genera las ganancias más importantes para el crimen organizado, en donde lamentablemente, el mayor número de víctimas son mujeres y niñas.

Mucho ha sorprendido que a lo largo de este 2021, suman más de 90 denuncias de desapariciones forzadas sobre tramos carreteros entre Nuevo León y Tamaulipas, para mayor precisión, en traslados que conectan a Nuevo Laredo.

Lo curioso del caso es que más del 80% corresponde a hombres entre los 30 y 45 años de edad, sin que, a la fecha, autoridad alguna pueda descifrar las causas de los secuestros y el fin o destino de las víctimas.

Hoy el norte revive épocas de angustia como en tiempos del gobierno de Felipe Calderón, por lo cual resulta hacer un llamado urgente a las autoridades de los tres niveles de gobierno, para que, de manera coordinada, apliquen recursos humanos y materiales, y evitar en un corto plazo, el que la violencia supere al estado de derecho.

Hasta la próxima.
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