Arturo Gil Borja

Desde el año 2015, el Banco Mundial ha realizado una medición, de que gobiernos corren graves riesgos al interior de sus naciones, en virtud de que no han logrado consolidar sus políticas públicas, o las mismas han sido rechazadas por sus habitantes.

El estudio, ha bautizado este riesgo, como “Estados de Fragilidad” y ha establecido ciertos criterios para analizar la fragilidad de los países, destacando, la falta de legitimidad política, no garantizar los derechos humanos y la seguridad interior, y como consecuencia, vivir en constante conflicto entre sus ciudadanos, sin una autoridad que se sobre ponga a los problemas más importantes.

Los indicadores, que establecen como vulnerables, son la cohesión, la economía, la política, la sociedad y la influencia externa, para con esto, emitir una especie de alerta “temprana” y evitar conflictos que tengan trascendencia a otros países.

Un ejemplo, vivido en México, fue la grave crisis de 1995, consecuencia del famoso “Error de Diciembre” anterior, donde el gobierno del entonces Presidente Ernesto Zedillo, destrozó la economía mexicana, al reunir a sus “amigos empresarios” y a través del entonces Secretario de Hacienda, Serra Puche, anunciar en secreto que liberarían el precio del dólar, y con esto, los grandes capitales huyeron de nuestro país y se originó una inflación y alza en las tasas comerciales, superiores al 100% anual.

Lo sucedido en México, causó el denominado “Efecto Tequila”, y países a miles de kilómetros de distancia, como Argentina, sufrieron graves problemas económicos, sin mencionar el desequilibrio en la balanza comercial y el desempleo, entre otras consecuencias.

Son muchos los casos, y más aún en estos tiempos de globalización, en donde un problema en una nación o región del planeta, tiene consecuencias en otros países, con lo cual este índice, poco conocido, resulta de alta importancia.

Afortunadamente para Latinoamérica, no hay un solo país en el top 5 de países más frágiles del mundo y, por el contrario, entre África y Asia, se concentran los mayores problemas, sociales, jurídicos, políticos y económicos.

El Congo, al centro del continente africano, ocupa el quinto lugar, lo que no sorprende en virtud de que ha vivido por años, guerras civiles y disputas militares por el control de su gobierno.

Sudán del Sur, un “país relativamente nuevo” ocupa el cuarto lugar, mientras que el tercer sitio es para Siria, el segundo Somalia, famosa por sus hambrunas, dentro de una guerra interna de muchos años y el nada honroso primer lugar es para Yemen.

México, afortunadamente, ocupa el lugar número 90, con lo cual puedes observar que estamos muy lejos del top 5, sin embargo, es importante tengas conocimiento que, en el 2016, teníamos el número 150.

Mucho debe preocuparnos el que hoy el país se ha dividido entre “fifís y chairos”, “conservadores y liberales”, “clase trabajadora y media o alta”, entre otras; bajo un discurso de odio y con una economía vulnerada, con aumentos en gasolinas, harinas para alimentos básicos como las tortillas, gas, etcétera.

México ha ingresado a la segunda etapa de la llamada cuarta transformación, y hoy, lejos de garantizar derechos humanos como el de la salud, vive una inseguridad creciente, con el mayor número de muertes dolosas en los últimos 15 años, feminicidios desbordados y acusaciones mutuas entre la clase política.

El llamado es a tiempo y es importante para lograr acuerdos que traigan gobernanza, paz y estabilidad, de otra manera, el nivel de riesgo por “fragilidad”, continuará creciendo en perjuicio de la ciudadanía.

Hasta la próxima.
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