Bethel García Vargasue
El día viernes por la noche en diversos medios se reportó que la Profeco retiraría del mercado algunas sopas instantáneas por ser dañinas para la salud, debido a que están elaborados con un altísimo contenido de sodio, alto nivel calórico y como era de esperarse, un bajo nivel nutricional.
Se espera que en la semana la Procuraduría Federal del Consumidor emita una lista de nombres de las sopas instantáneas que saldrán del mercado, a las cuales que se les realizaron más de 300 pruebas para comprobar su calidad, el aporte nutrimental a la salud y todos los estándares que debería tener para poder seguir siendo una opción de alimentación.
Personalmente que ya se haga público que van a quitar estas sopas instantáneas porque dicen que son dañinas para la salud no se me hace raro, en el último año se han estado checando productos con los que hemos crecido y que comíamos o tomábamos a la ligera, algo como “un gusto” poderse tomar un refresco en alguna fiesta familiar o para que “se nos subiera la presión”, y que son productos que se han vuelto parte de una mala dieta que hemos venido teniendo desde que estábamos pequeños.
Recuerdo que cuando estaba en la primaria, en cuarto o quinto grado, fue cuando inició el auge o así lo recuerdo de las sopas instantáneas, las introdujeron a las tienditas o a las cooperativas que estaban dentro de las escuelas de educación básica, en ese momento fue una novedad, pues era un poco más económica que una torta o sándwich, y claro que era lo primero que se acababan primero, y algo que tengo muy grabado en mi cabeza de ese entonces, fue lo que me decía mi mamá de esas sopas, que “eran de plástico”, que si las comía se me iban a quedar “pegadas en la panza un mes”, “que si las comía me iba a dar cáncer”, y por esas cosas no me atrevía a comprar una sopa; claro que se me antojaban, pues tiene un olor que recuerda a los caldos o sopas que se hacen en casa en un día frío.
Para ser sincera cuando una amiga compró una sopa de esas y en esa ocasión la probé, pero tenía un remordimiento y cada día que pasaba en mi cabeza decía “ahora eso se me va a quedar un mes”, incluso conté los días, pero yo veía que mis amigos las comían muy seguido y que no les pasaba algo tan rápido como lo imaginaba cuando estaba más chica.
Ahora siendo ya mayor de edad, no he de negar que si las he consumido más seguido, cuando no hay tanto presupuesto o se quería algo rápido entre clases, agua caliente y la
sopa instantánea, una espera de 3 a 5 minutos y ya comías algo.
Para muchos jóvenes de mi generación estas sopan han sido un alimento básico, más para aquellos que viven solos y vienen a la capital hidalguense a estudiar y en cierta forma siendo independientes de sus hogares, en donde vienen a dejar las comodidades, como les mencioné como son económicas es lo más práctico y fácil para preparase.
Lo único que queda es esperar la lista que va a emitir la Profeco respecto de las marcas de las sopas que saldrán del mercado y ya no volveremos a ver por nuestro bienestar, pues con todas las cosas que tiene en exceso no es beneficioso para nuestra salud, ahora necesitaremos buscar opciones más saludables para comer algo rápido, rico y con buen aporte nutricional.
Finalmente, cuidemos lo que consumimos, probablemente muchos de ustedes lo hacen y algunos no, pero nunca es tarde para iniciar con un buen hábito, sigan usando el cubrebocas y tomando su sana distancia con los demás. Hasta la próxima.