Una noticia ha tenido poco eco a pesar de su importancia en estos días de pandemia y cumbre sobre cambio climático, pues podría significar una nueva etapa de la carrera armamentista, que alguna vez se pensó había muerto tras la desaparición de la Unión Soviética, pero que ha seguido ahí, agazapada, hasta que ahora China le ha dado un nuevo impulso.

Tocó al Financial Times el pasado 16 de octubre revelar que la nación asiática había probado un misil hipersónico capaz de volar a cinco veces la velocidad del sonido y apto para transportar armas nucleares. El artefacto quedó a poco menos de 40 kilómetros de su objetivo, pero mostró las capacidades que China ha desarrollado en materia de misiles. Y bien pensado, con un arma nuclear, quizá 40 kilómetros no sea muy importante.

Destaca que la cabeza nuclear es llevada por un vehículo capaz de planear pero que puede ser maniobrable, lo que de acuerdo a los expertos consultados por el rotativo británico, dificulta la tarea de su detección, seguimiento y destrucción por las armas encargadas de esas tareas.

Y lo más importante, fuentes de la inteligencia estadunidense reconocieron su desconocimiento de lo que estaba haciendo China con ese tipo de armas, lo que parece difícil de creer pero muy posible tras el devastador paso de la administración Trump, que de acuerdo a medios de prensa como The New York Times, minimizó o de plano ignoró a la comunidad estadunidense de inteligencia, en parte por los cabos que esta encontró de la participación de Rusia para apoyar la elección de Trump. Y desde luego, que por lo delicado de la información sobre el misil chino, quizá hayan preferido fingir ignorancia.

Toda vez que el misil chino dio un par de vueltas al planeta antes de dirigirse a su objetivo, es redundante señalar que puede alcanzar a Estados Unidos sin problemas. Y aquí el disparo de las alertas para la seguridad estadunidense, y para quienes ven con preocupación la carrera de armas, que regresa tras el fin de la vieja “Guerra Fría”.

China, por su parte, rechazó el carácter militar de su misil y el vehículo que porta, con el señalamiento de que fue una prueba, sí, pero de una nave espacial reutilizable, lo que si bien puede ser cierto, no niega que sea una amenaza.

Con el misil hipersónico chino ya no son dos las potencias en carrera armamentista, sino tres, pues aunque disminuida, Rusia no sale de la competencia, la cual encuentra en los misiles de diversos tipos el carril central de la competencia.

En esta competencia Estados Unidos se encuentra frente a frente con China y Rusia, lo que crea otro escenario para la alianza entre estos dos países contra el primero, un panorama que en la anterior carrera no existía y que agrega un toque distintivo y peligroso.

Y absurdo. Recordemos que este reimpulso armamentista se da cuando la pandemia de Covid19 está aún lejos de controlarse, sobre todo con la amplia lista de países con escasas posibilidades de adquirir vacunas y deficiente infraestructura para su aplicación.

Alrededor de dos mil millones de dosis de vacunas contra la enfermedad producida por el SARS-CoV-2 tendrían un precio de 40 mil millones de dólares, estimado a 20 dólares la unidad, una cifra promedio alta y en el contexto de que el precio por vacuna muestra amplias variaciones según el fabricante y el país que las adquiera.

En contraste, el sistema antimisiles estadunidense que se colocará en Alaska, el cual fue anunciado apenas en mayo, a fin de protegerse de armas similares provenientes de Irán o Corea del Norte, según explicó Washington pero que Rusia ve con amplio recelo, tiene un costo de inicio de 18 mil millones de dólares, es decir, casi la mitad de esas dos mil millones de dosis que administraría el mecanismo COVAX.

Si nunca es oportuna una carrera armamentista, ahora parece por mucho obsceno distraer recursos cuando la falta de vacunas dificulta combatir una enfermedad que seguirá causando sufrimiento antes de encontrar su lugar dentro de la rutina de la humanidad. Y esto, sin mencionar los recursos que se necesitan para disminuir el calentamiento de la atmósfera.

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