Por: Claudia Tonantzin Larrainzar Pérez
I could not
Speak, and my eyes failed, I was neither
Living nor dead,
T.S. Elliot, The Waste Land
En la tarde una parvada de pájaros pequeños, negros atravesaron el cielo
sin nubes y junto a los canales de aguas oscuras
los ajolotes a gran velocidad escapan de los peces.
Un perro ve todo y se moja a la orilla del pestilente canal
mientras otro -más pequeño- persigue ardillas y patos.
Telarañas, moscos y gases de estiércol de vacas y caballos
me toman de la mano y atestiguan
que cientos de pájaros al ocaso me preñan con sus alas,
cada aleteo me toca y con suavidad depositan el soplo divino
que anuncian la buena nueva:
en nueve meses darás a luz los largos sueños
de anhelos que no te estaban permitidos.
Mi aliento añejo y pestilente da cabida a la
rabia que recorre mí cuerpo y las cicatrices que marcan países nuevos,
divisiones políticas que fueron tomadas, hace tiempo ya, por la fuerza
de la carne corrompida y hedionda de frutos infértiles de teratomas que
sin control masacraron mi feminidad: mi identidad…mí yo.
En mis entrañas hubo tierras baldías, desoladas, cundidas de
devastación y largos s i l e n c i o s . . .
Pero hoy la vida anida en mí y una parvada grazna
“Maternidad” y confirma que estoy preñada.
Hace unos aguaceros fuiste gestado,
-junto con un grupo de sanadores que tomaron la palabra-
y el mar rojo abrió camino a la tierra prometida
fértil, llena de verdes olivos y deseos escondidos.
Y ahí parados en las ramas los pájaros negros anuncian
la buena nueva que ya puedo descifrar:
fertilidad, eres m a t e r n i d a d y
el verbo encarnado está.