Variopinto
José Luis Pérez
“Navegando siempre hacia Occidente, desafiando todos los peligros existentes, el valiente, el temerario, el heroico Cristóbal Colón llegó a las Indias. ¡Bendito Dios!”.
Real de San Miguelito Arcángel. Novela antihistórica, de Alejandro Ordóñez, nos retrata la vida en la Nueva España y las travesías de los viajes del Nuevo Mejico a España, una vez consumada la Conquista; nos guía a través de los defectos y virtudes de los que estamos hechos los seres humanos: la codicia, el odio, el engaño, el honor, la lealtad, el erotismo, el amor, la vida, la muerte, los héroes, los villanos, al final todos mortales; patrones que se repiten desde los tiempos más remotos hasta nuestro días, historias, leyendas, anécdotas, cuentos que se transmiten de generación en generación a través de los abuelos, de los tatas, de los patriarcas, de los jefes del pueblo, de padres a hijos, que dan origen a los pueblos, a las culturas.
“Pueblo aguerrido acostumbrado a defender sus derechos con uñas y dientes, donde sin distinción de sexo se lucha a muerte antes que dejarse vencer”.
Fue George Orwell el que alguna vez diría “la historia la escriben los vencedores”. De Real de San Miguelito Arcángel, novela antihistórica ¿Quiénes son los vencedores? ¿Quiénes son los vencidos? Los conquistadores, los conquistados, Malitzín, Malinche, El capitán Santiago de Benavente, la tribu perdida, los españoles, la nueva raza mestiza, Don Joâo Costa, Cristóbal Colón, el Rey Carlos, Moctezuma, la Reina de Portugal, Doña Jimena, Don Jacob, los tatas, El Duque de Gandía, el Papa Clemente VII, la santa iglesia, la santa inquisición… Personas reales, personas ficticias que viven la esencia humana, que crean la historia y la hacen nuestra.
Real de San Miguelito Arcángel nos envuelve con el aroma del chocolatl, el sonido alegre de panhuéhuetls y chirimías, el horror del ruido generado por los cuerpos humanos rodando por las escalinatas después de los sacrificios humanos, la tensa calma chicha en medio del mar, los lujosos y ostentosos palacios, las selvas, los puertos, los navíos, las minas, el brillo del oro, al final siempre el oro.
“Entró a la catedral de San Miguel Arcángel, se estremeció al conocer la historia de la tribu perdida y ver de cerca las facciones de esos indígenas inmortalizados en el monumento a los fundadores, están ahí los niños, mujeres, ancianos y hombres jóvenes, cuyos rostros reflejan el miedo y la esperanza propia de los que ignoran si van en busca de la libertad o de la muerte”.