Botella al Mar
Martha Canseco González
En Cuba nos tienen un especial cariño a las y los mexicanos, la solidaridad entre estos dos pueblos es ancestral. Con la coordinación del Instituto Internacional de Periodismo “José Martí” visité varias células de la Federación de Mujeres Cubanas en distintos barrios de La Habana, en cada ocasión que anunciaban que estábamos ahí periodistas mexicanas había aplausos y porras.
Vergüenza ajena pasamos después del grosero “comes y te vas” del mentecato Vicente Fox al presidente Fidel Castro, se escuchaba el zumbido de las moscas cuando daban a conocer nuestra presencia en los eventos, era como cargar una loza que no nos pertenecía.
Así les ha de estar ocurriendo a las y los mexicanos que viven en Panamá o que lo visitan por alguna razón. Andrés Manuel López Obrador, cual chivo en cristalería ha venido a fracturar la fraternal relación entre ambas naciones, será por supuesto, necesaria, una operación cicatriz al más alto nivel.
AMLO ha caído en este embrollo por puro machismo, por insistir en apoyar a su amiguito agresor sexual Pedro Salmerón. ¡Es que el machismo-leninismo existe! y es tan ultraconservador como el de derechas, porque el problema no es una corriente política, sino su manera de ser hombres en el mundo.
¿Conocen ustedes algún caso en el que el presidente de un país, insulte a la canciller de otro país? ¡Pues eso hizo López Obrador! al acusar a la ministra del exterior de Panamá Erika Mouynes de erigirse en la santa inquisición, por no aceptar al impresentable Salmerón, cuando es la potestad del estado panameño aceptar o no la propuesta.
Y AMLO metió jiribilla al decir en la mañanera que no sabía sí el presidente de Panamá Laurentino Cortizo, estaba de acuerdo, ¿qué esperaba con eso?, por supuesto la solidaridad patriarcal. ¿Se imaginan ustedes la llamada que esperaba el cabecita de algodón?
– ¡Ay Andrés Manuel, ya sabes para qué te hablo! -, – ¡Esta cree que se manda sola! -, – ¡Pero ya la puse en su lugar para que aprenda a respetar!
– ¡Gracias Laurentino yo sabía que tú me ibas a apoyar! -, – ¡Esta se cree ministra! -, – ¡es que les das la mano y se toman el pie estas pinches viejas! -, – ¡vente Laurentino, te invito a tomar un tequila acá a mi rancho para ver el futbol, ¡lástima que ya cerraron “El Abanico” en Pachuca, ¡sino también te llevaba! – (hasta aquí la ficción).
Afortunadamente en este entuerto, quienes pusieron las cosas en orden fueron los de la contraparte panameña. La canciller Erika Mouynes, sólo hizo uso de la potestad de Panamá ante la propuesta de quién encabezaría la embajada mexicana y esa potestad la tienen todos los gobiernos, incluido el mexicano.
Por su parte el presidente de Panamá, Laurentino Cortizo pidió respeto para su gobierno y para el pueblo panameño, como debe de ser.
Y bueno, pues lo que pasó con AMLO es, como dice el dicho, el león cree que todos son de su condición. Empeñarse en la vieja práctica priísta de dar a los amigos y enemigos cargos en las embajadas, a unos para agradarlos y a otros para castigarlos ya debería ser práctica del pasado conservador y neoliberal.
¡Habiendo tanta joya en el servicio exterior de carrera, para que insistir con tanto brinco estado el suelo tan parejo!

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