Tener la capacidad de “ponerse en los zapatos de otra persona” e imaginar cómo se siente o por qué actúa de determinada manera, aun cuando no hayas pasado por una circunstancia similar, condolerse por la desventura o el dolor ajeno, tener la necesidad de ayudar o incluso alegrarse por los éxitos o la felicidad de otros son algunas de las características de las personas empáticas.

La empatía es uno de los pilares de la inteligencia emocional y es necesaria para la sana convivencia social, así como para establecer vínculos de calidad; sin embargo, cuando no se regula y eres una persona altamente empática se corre el riesgo de ser “estafada” por personas narcisistas que únicamente se interesan en sí mismos, aún por encima del bienestar incluso de quienes les apoyan, o peor aún, principalmente de las personas que no tienen límites al apoyar a otros, estableciendo relaciones de abuso emocional, económico, físico, laboral…

La generosidad para ayudar y actuar de buena voluntad de forma desmedida es un peligro cuando se coincide con gente perversa, sin culpa y con una conducta totalmente ventajosa hacia quien puede ser fácilmente presa de sus abusos: la gente altamente empática, que sin dudarlo está dispuesta a ayudar, salvar y amar incondicionalmente, sin pensar en sí misma.

Si a la empatía desbordada le añadimos historias de vida poco afortunadas, escasas redes de contención y excesiva credulidad es posible concluir que la empatía sin límites puede convertirse en un gran riesgo para la estabilidad emocional.

El error no está en la conducta generosa sino no serlo en primer lugar consigo mismo.

Nadie debería abusar o perjudicar a quien le brinda generosamente apoyo, sin embargo, sucede y con bastante frecuencia.

¿Cuál es la solución para las personas altamente empáticas?

1)Conservar la empatía y marcar límites claros, el primero es ser más empático contigo y no rebasar cotidianamente los límites de tu bienestar por el bienestar de otros, sobre todo, cuando no hay reciprocidad o alguien pretende sacar partido de tu bondad.

2) Revisar las creencias que pueden convencerte de pensar y actuar siempre primero para los demás, pensar en ti no te hace egoísta y no significa que dejarás de brindar apoyo a quien realmente lo requiera.

3) Construir vínculos de calidad en los que imperen el respeto, la honestidad y la reciprocidad: Tienes derecho a que tu alegría no sea atacada por las personas cercanas, menos cuando sueles alegrarte y celebrar su felicidad.

4) Comprender que los límites son sanos, que sí no estableces límites en tus relaciones el vínculo pierde calidad.

Con la primera persona que debes poner en marcha la empatía es contigo.

A veces solemos ser más generosos con los demás y nos olvidamos de serlo con nosotros… Esto a corto o largo placo afecta el autoconcepto e incluso la salud y la calidad de vida.

Las personas que valoran tu empatía corresponden de la misma manera, no abusando de tu generosidad.

Todas las relaciones deberían incluir respeto, pero cuando alguien no está dispuesto a ser respetuoso con tus límites y a no abusar de la empatía que brindas eres tú quien necesita darse cuenta y marcar distancia.

El límite de la empatía es tu bienestar si te hace daño lo qué haces por los otros entonces no es sano,

Antes de rebasar tu bienestar ten en cuenta que dar de más te deja en deuda contigo, y esto no es necesario, quien valora tu apoyo no te lleva al sacrificio o abusa de ti.

La empatía tiene un límite ese límite es tu bienestar… tómalo en cuenta y sobre todo, llévalo a cabo… ¿lo pensé o lo dije?

¡Un abrazo!
@Lorepatchen

Psicoterapia presencial y en línea.