Por: Carlos R. Muñoz Moreno

 

Mientras la administración municipal presume su honroso lugar en una encuesta que los pone en el lugar 21 de los “100 MUNICIPIOS MÁS IMPORTANTES DE MÉXICO” –y habría que ver metodología, parámetros de evaluación, tamaño de la muestra, margen de error, entre otros detalles—, las calles se deshacen, se desmoronan de viejas, de mal cuidadas, de abandono y de olvido.
No es la primera vez que tú, lector, lectora, ves una columna con este título, que publiqué por primera ocasión cuando Alberto Meléndez era alcalde pachuqueño y, entonces, los vecinos de Piracantos, estábamos decididos a plantar arbolitos en los enormes baches que decoraban nuestras calles.
Si hoy los vecinos de la Bella Airosa decidiéramos lo mismo, seguro que el Programa Sembrando Vida encontraría un gran éxito y Pachuca pasaría de ciudad a bosque; por desgracia estos problemas, que le han ganado a la ciudad el mote de Bachuca, no se han detenido.
El título de esta colaboración reapareció en las administraciones de Geraldina García –quien concluyó el periodo de Paco Olvera quien sí reconstruyó diversas calles—, de Omar Fayad, de Eleazar García, de Yolanda Tellería, y ahora de Sergio Baños.
Y por tantos años el pretexto ha sido el mismo: falta de recursos, insuficientes manos, demasiadas calles, miles de baches y de inconformes “que no le tienen paciencia” a su ayuntamiento y a sus autoridades.
Pero, y es pregunta, si en lugar de suntuosas ceremonias de informes municipales, de rimbombantes obras de relumbrón que se convierten en inútiles acciones, monumentos sin sentido, puntadas de trienio y cuatrienio, se pusieran a trabajar con materiales de calidad, con un programa bien estructurado que ya no rebacheara calles con carpetas asfálticas inservibles, sino que las rehicieran, reencarpetaran y repararan con visión de largo plazo, dejaríamos de sufrir con campañitas mediocres que, como en toda la administración, sólo tapan hoyancos temporales que a las primeras de cambio no sólo se reabren, sino que se agrandan y agravan, otro gallo cantaría a nuestra ciudad de los vientos.
Reza el dicho que cada sociedad tiene el gobierno que se merece, y es muy cierto, porque así como dicen que los zapatos de una persona hablan de ella, las calles de una ciudad hablan de calidad de gobierno que se tiene, y por desgracia Pachuca me sigue causando pena, y mucha, porque entre basura, mala iluminación, abandono, baches, pésimo tráfico, franeleros que se apoderan de los sitios de estacionamiento e inseguridad frecuente, sólo vamos confirmando que vivimos en la ciudad del no pasa nada, donde las autoridades nadan de muertito, trabajan en sus banderas políticas, en el futurismo; donde la mayoría de los pachuqueños estamos condenados a ser tratados como ciudadanos de segunda y como carne de cañón electoral.
Y mientras tanto, Bachuca, que recibe a sus visitantes con sus calles bachientas, me seguirá causando mucha, muchísima pena… ¿y a ti?

Un abrazo a la cuatitud