A la mañana siguiente de las elecciones de medio término en Estados Unidos, las certezas son pocas pero importantes.

Como se esperaba, la Cámara de Representantes pasó a control del Partido Republicano, y en el Senado seguía en disputa la mañana del miércoles 9. Pero lo más importante, los republicanos avanzaron pero no Donald Trump.

Se esperaba una ola trumpista que arrasara en ambas cámaras del Congreso estadunidense, de las cuales la de Representantes fue renovada en su totalidad de 435 posiciones, mientras solo solo un tercio –35- en los 100 escaños de la de Senadores.

Ese resultado en grandes líneas significa que el exmandatario, acusado en el mejor de los casos de haber sido indiferente a un intento de golpe de Estado en enero antepasado, tendrá que hacer una última revisión de si se lanza de nueva cuenta por la Casa Blanca o si “permite” que el reelecto gobernador de Florida, Ron DeSantis, sea quien la busque.

En la cámara baja, los republicanos superaban a los demócratas por 18 escaños con varios resultados aún pendientes, pero cuyas definiciones no afectarían su dominio.
En la de Senadores al menos cuatro entidades no daban claridad en los resultados y mantenían abierta la opción de que siguiera en manos demócratas.

Sí, en efecto, se trata de resultados adversos al presidente Joe Biden, quien en materia de percepción ha mandado la de debilidad, ineficiencia y avejentamiento, imagen que no le favorece si quiere reelegirse.

En particular esos resultados adversos deben de atribuirse a la alta inflación actual y las posibilidades de recesión para 2023, situación que mantiene la famosa frase con la que Bill Clinton ganó la presidencia: “Es la economía”.

A los electores no les importa que en buena medida esa inflación se deba a la guerra desatada por la invasión de Rusia a Ucrania, sino que sus bolsillos se merman.

Florida, por su parte, se erige como un caso de estudio y por lo tanto de seguimiento. Con 10 años de carrera con cargos políticos, Ron DeSantis ganó la reelección en esa entidad donde Trump tiene la sede de parte de su imperio, y lo hizo por casi 19 puntos porcentuales de diferencia, y logró que pasara al bando republicano el condado de Miami-Dade, demócrata por 20 años.

El reelecto mandatario ya sopesa la idea de abanderar a su partido en las elecciones presidenciales de 2024, lo que ha sido descartado por el propio Trump, quien ha caído en la tentación de amenazarlo con información, dijo, que podría dañarlo si se postula.

De aspirantes cercanos a Trump a gobernar entidades, destaca su exvocera Sarah Huckabee Sanders, quien rebasó por 28 puntos porcentuales al aspirante demócrata Chris Jones, y luego de romper récords en materia de recaudación de fondos de campaña en Arkansas.

Recordemos que las cuatro entidades fronterizas con México eligieron gobernador, de las cuales tres mantuvieron su actual filiación partidista, la cual solo cambió en Arizona, donde la demócrata Katie Hobbs mantenía una estrecha ventaja de seis décimas de punto sobre la republicana Kari Lake, pero aún con casillas pendientes de contabilizarse.

De confirmarse esa derrota, sería un revés para quien era vista como posible candidata vicepresidencial de Trump. Y para no perder la costumbre, quien fue presentadora del noticiero del canal Fox en Arizona, ya comenzó los alegatos de fraude en su contra, siguiendo la tradición trumpista de denunciar sin probar.

En las otras tres entidades fronterizas se mantuvieron las filiaciones partidistas. En California se religió el demócrata Gavin Newson, e igual sucedió con la también demócrata Michelle Grisham, y en Texas el republicano Greg Abbot seguirá como mandatario estatal.

El hecho más destacable es que Estados Unidos sigue inclinado a la derecha, aunque parece haber mantenido a raya al extremismo, pero con un margen que no anula a su principal figura, Donald Trump, sobre todo si la economía se sigue deteriorando. Y que el país vecino siga a la derecha y su economía en deterioro, constituyen noticias negativas para México

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