Estamos ya a menos de un año de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, que se celebrarán el 5 de noviembre de 2024, y en donde se necesita recordar, los ciudadanos de nuestro vecino del norte eligen a los miembros del Colegio Electoral que, a su vez, son quienes deciden quién será el próximo presidente de ese país.

Además, se renovará un tercio del Senado (33 de cien) y los 435 miembros de la Cámara de Representantes, equivalente a la Cámara de Diputados de México, pero lo que se perfila en realidad, es si los ciudadanos estadunidenses deciden dar una nueva oportunidad al proyecto de Donald Trump, o mantenerse al lado del actual demócrata Joe Biden.

Ninguno de los dos puede presumir de resultados que justifiquen la reelección que ambos buscan. Trump, quien seguramente será nominado por el Partido Republicano, en su periodo de gobierno es difícil afirmar que logró su lema de campaña “Make America Great Again” (Hacer grande de nuevo a Estados Unidos), mientras que Biden, a quien resta un año de gobierno, tampoco ha logrado relanzar a su país.

Un rápido vistazo a la situación del 46 mandatario estadunidense muestra que de ninguna manera puede sentirse seguro de lograr su segundo mandato en la que será la 60 elección presidencial.

De acuerdo al sitio de encuestas fivethirtyeight.com, Biden tiene una desaprobación de 54.5 por ciento, mientras solo lo aprueban 39.2 por ciento, resultados que surgen de contabilizar y ponderar cinco sondeos de opinión, de los cuales solo Rasmussen Reports con cifras ya ajustadas, el da la desaprobación más baja, que es de 50 por ciento (https://projects.fivethirtyeight.com/biden-approval-rating/).

Las dudas sobre Biden se dan en primer lugar por su edad, 81 años, que cumplió el pasado 20 de noviembre, de manera que llegará a la elección y posible toma de posesión con 82 años, y terminará su segundo mandato de ganarlo, a los 84 años.

Sin embargo, no se trata de una cuestión de números, sino de la combinación de capacidad e imagen, pues se mencionan diversos episodios donde el mandatario comete errores de habla o memoria que hacen temer a sus electores que sea incapaz, en menor o mayor medida pero finalmente incapaz, de guiar a la potencia económica, militar, nuclear y política que es su país.

El alza de precios parece estar dando un respiro al mandatario, ya que se ubicó el pasado octubre con crecimiento de 3.2 por ciento, baja de seis décimas desde el 3.8 por ciento del anterior septiembre.

Empero, los datos de la inflación subyacente, que excluye alimentos y energía, sigue en cuatro por ciento, una cifra estimada como alta, con descenso de una décima. Ambas cifras generan un leve optimismo ya que la meta es del dos por ciento, perspectiva positiva alimentada porque esos datos reducen la posibilidad de nuevos incrementos a las tasas de interés.

El tema del aborto, bandera conservadora y republicana, podría ser también enarbolado por Biden pero en sentido inverso al de sus rivales, ya que él ha instado a mantener el tema entre los asuntos centrales de la campaña próxima, por lo que la defensa del aborto podría ampliar sus posibilidades electorales.

Un elemento que debe de verse con mucho detenimiento es el traslado de votantes afroamericanos y latinos del Partido Demócrata al Republicano. De primera instancia para los estrategas de Biden es algo preocupante, ya que se pierde una base social que se creía leal, pero también se debe de preguntar que tanto responde ese viraje a la tendencia que, por ejemplo, podría explicar en parte el triunfo de Javier Milei en las presidenciales de Argentina.

Las limitaciones al aborto en Estados Unidos o el traspaso de electores tradicionalmente demócratas al segmento republicano, ¿qué tanto revelan un cambio social en el país del norte en consonancia con otros en diferentes latitudes del mundo? Ese cambio social podría ser decisivo en los comicios del cinco de noviembre de 2024.

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